Apunte

Diagnosticarse, automedicarse, tiempos salvajes

Es el paciente quien debe aliviar el estrés de la red sanitaria. Rajoy, el del alcalde que quiere que los vecinos sean el alcalde, no lo hubiera dicho peor. Si usted da positivo en un test de antígenos, quédese en casa no vaya a ser que provoque un ictus mortal al sistema.

Un hombre se somete a un test de antígenos.

Un hombre se somete a un test de antígenos.

Iosu de la Torre

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El tercer test de antígenos dio positivo tras dos negativos las 72 horas anteriores y la sensación de que algún virus le había invadido. Un día antes le tocaba recibir la tercera dosis (la de Moderna, la de refuerzo), pero se le ocurrió que no sería lo más indicado teniendo en cuenta que a los efectos del jeringazo se sumarían los del bicho. Así se lo dijo a la sanitaria que iba a pincharle en el vacunódromo de la Fira. “Si su mujer ya ha dado positivo y usted es contacto directo, que lo es, no le quepa duda que después del antígenos negativo vendrá el positivo. La variante delta es muy contagiosa. Anulamos la tercera dosis y ya le avisaremos”. Al día siguiente, con las rallitas rosadas en la C y la T del test (señales del positivo) en el CAP del barrio se lo confirmaron en cuestión de segundos. Estaba contagiado, tocaba encerrarse en casa 10 días. “Nosotros no podremos supervisarle, estamos colapsadas, si nota empeoramiento, llámenos. Paracetamol cada seis ocho horas y paciencia”.

Han pasado 20 días desde aquella orden de confinamiento domiciliario. Por suerte, el encierro bastó para domesticar una especie de gran constipado o gripazo, con episodios de intenso dolor de cabeza, fatiga y muchas horas de sueño. Sin fiebre. Sin control médico, salvo el telemático para solicitar la baja y el alta laboral. Salvado por las vacunas, no le cupo duda.

Este lunes la Conselleria de Salut echó la persiana en la víspera del día de las inocentadas con un ruego a la ciudadanía: si han dado positivo en un test de antígenos, no acudan al ambulatorio para que se lo confirmen. Aguanten en casa y si la cosa se complica, entonces sí, acudan al CAP. La burocracia se resolverán telemáticamente (como si toda la gente estuviese en la red).

El sistema sanitario está tan estresado que a la autoridad (Josep Maria Argimon) no lo queda otra que volver a buscar el atajo en las personas. Los sanitarios están contra las cuerdas. Han pasado dos años desde el inicio de la crisis pandémica y aguantan sin que los remedios definitivos lleguen desde las administraciones, la halitosis de aquellos recortes de Artur Mas y Boi Ruíz.

Hay gobiernos autonómicos que despidieron médicos y enfermeras y aunque quisieran recuperarlos ante la sexta ola, la del ómicron, no podrían porque aquellos profesionales se reclutaron en otras fronteras. En Catalunya, la doctora Carmen Cabezas anunció una inmediata contratación de administrativos para aliviar las tareas de los sanitarios. Se le espera. También dijo en la radio de Basté que los días de Navidad y Sant Esteve no se detendría la vacunación. Y se detuvo.

Ante la falta de refuerzos son los pacientes lo que deben echar un cable para que la atención primaria no sufra un ictus fatal. Toca autodiagnosticarse. Se burla otra barrera hipocrática, se rompe el consejo médico defendido siempre: no hay que automedicarse, debe ser un profesional, el médico de familia, el de cabecera, quien determine qué experimenta el paciente. La marea alta de la ómicron, tan promiscua que hasta en Euskadi sostienen que cada vasco es capaz de contaminar a otros diez más, obliga a diagnosticarse uno mismo. Como en los anuncios de fármacos que se emiten por televisión, no dan opción a leer la letra pequeña.

El autodiagnóstico llega curiosamente en estos días en los que falla el abastecimiento de los test de antígenos. No hay farmacia sin cartel que avise a los clientes de que no tienen más test. Sin darse cuenta se ha dado con el remedio para evitar que nadie se diagnostique: sin antígenos que avancen si se está contagiado de covid tampoco es necesario acudir al CAP para que confirmen o descarten el resultado. El sistema respira aliviado a la espera de la próxima ocurrencia.

Positivo, negativo. Quién no recuerda a Louis Van Gaal lanzado aquel “tú siempre negatifo, nunca positifo” destinado a un periodista perseverante y que hoy puede localizarse en el instagram con el avatar @rafelpreocupat. Positivo, negativo. Ojalá nunca positivo. ¿O sí? Hay que joderse.

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