Opinión | Club de Educación y Crianza de EL PERIÓDICO

Olga Pereda

Olga Pereda

Periodista

Otra Nochebuena que no cenamos con la suegra

Para los que jugamos en la liga del Grinch, el covid es la excusa perfecta para evitar poner el pie en casa ajena. Todo sea por preservar la salud física y mental.

Fotograma de la película 'El Grinch'.

Fotograma de la película 'El Grinch'. / E. P.

Si el año pasado, cuando las vacunas solo estaban en el horizonte, la gran familia española no renunció a la Navidad, este año menos. Con el suero metido en el cuerpo, el miedo ante el virus disminuye y hay un aspecto de nuestra vida a la que poquísima gente está dispuesta a renunciar: las cenas y comidas con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Puede que la fiesta -sobre todo si es multitudinaria y se realiza en un local mal ventilado- acabe en un brote. Pero estamos en diciembre y nada ni nadie les impedirá juntarse en la mesa. El año pasado ni siquiera El Almendro volvió a casa por Navidad. Por primera vez, desde los años 80, la marca de turrones no emitió su entrañable anuncio en televisión. Pero este año la familia Flores nos recuerda que sí, que ahora se impone la vuelta a casa por Nochebuena. Lo mismo que Campofrío, cuyo spot nos insta a tener vida social para dejar de ser unos amargados. ¿Quién teme a ómicron?

La situación actual no es, ni de lejos, tan grave como la que vivimos en marzo de 2020, cuando los fallecidos diarios superaban los 800. Han pasado 21 meses y, a pesar de que más del 80% de la población española está inmunizada, estamos surfeando la sexta ola, protagonizada por los niños y las niñas menores de 11 años (todavía sin vacunar, aunque en breve lo estarán). La incidencia acumulada sube hasta los 305 casos por 100.000 habitantes. Ahora mismo, en los hospitales de toda España, hay 5.479 personas ingresadas con covid. De ellas, 1.041 están en una uci, según los datos del Ministerio de Sanidad.

En esas mismas ucis trabajan sanitarios que se han contagiado en una cena navideña. Ha sucedido en el Hospital Regional de Málaga y, según el diario La Opinión, el brote afecta ya 68 profesionales. Todos están vacunados y la mayoría son asintomáticos, pero la situación en el centro debe ser un poema. Parece un mal chiste, pero a la celebración navideña acudieron 170 personas.

El Ministerio de Sanidad ha pedido limitar el número de participantes en las celebraciones navideñas. No ha dado cifras, como el año pasado. Solo ha hablado de “limitar”. El servicio vasco de salud ha recomendado a las familias que se hagan test de antígenos antes de sentarse a la mesa y la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), ha anunciado que regalará uno a cada madrileño. Parece el guion de 'Plácido' (1961), obra maestra del cine español que consigue reírse de la falsa caridad cristiana. Si en la mítica película de Berlanga los pobres no consiguen estropear la Navidad a la clase pudiente, ahora es el virus el que no va a estropear la fiesta a la gran familia española. Un año más.

En los telediarios nos advierten del azote de la pandemia y nos vuelven a poner las imágenes de las ucis. Nos asustamos un poco. Pero, acto seguido, las cámaras enfocan a los turistas que abarrotan el centro de varias ciudades y el reportero habla de cómo se han recuperado “la alegría y las ganas de hacer cosas”. "Se ha recuperado la ilusión", afirma una de las dependientas de Doña Manolita. Como si el año pasado no hubiéramos celebrado la Navidad. Como si en enero de 2021 no hubiéramos sufrido en los hospitales las consecuencias de reunirnos en torno a la mesa, el pavo y los turrones.

“En mi familia estamos todos vacunados y celebraremos la Navidad con las medidas de seguridad necesarias”, es el mantra que esgrimen muchos para reafirmarse en las celebraciones de estas fechas. Complicado de cumplir, teniendo en cuenta que las dos medidas básicas de seguridad en la pandemia son la distancia social y huir de los espacios interiores.

Para los que juegan en la liga del Grinch (aquellos que consideran una tortura las cenas y comidas navideñas), la pandemia ha sido la excusa perfecta para no poner el pie en casa ajena. El coronavirus es la disculpa ideal para evitar a una suegra insoportable o una cuñada con la que no se tiene nada en común. Tienen todo el derecho a pensar y a actuar así, pero siempre vence la liga de la blanca y bonita Navidad. Sobre todo, en el reino de los padres y las madres. Ni siquiera en pandemia, los grinchs del mundo se salvan de la etiqueta de amargados. Son malvados misántropos, frente a los eternos virtuosos de los que cenan pavo junto a su familia (aunque no soporte a la mitad de los que se sientan a la mesa).

Sea como sea tu familia y tu Navidad, espero que la disfrutes. Y, sobre todo, que tengas cuidado ahí fuera. Por más que estés vacunado: distancia, espacios exteriores y mascarilla. Hay un montón de planes navideños que encajan con esas tres medidas de seguridad. Ojalá que este año la magia de estas fiestas no se traduzca en una séptima ola. Salvemos la Navidad, sí. Y la vida.

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