Pros y contras

El diablo

Pablo Casado, en el Congreso

Pablo Casado, en el Congreso / José Luís Roca

Emma Riverola

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Ya lo dice el aforismo: las misas las carga el diablo. ¿O son las armas? Aunque, ¿puede ser una misa un arma? Para el creyente lo es, sin duda. Munición contra las dudas, las tentaciones. Pero cuidado, es peligroso jugar con fuego. Que se lo digan a Pablo Casado. Paseaba el hombre por Granada un sábado por la tarde, le entró una urgencia mística y se unió a una misa sin darse cuenta, vaya por dios, de que era una ceremonia por Francisco Franco. Quizá fue el arrebato espiritual lo que le impidió percatarse del aguilucho que presidía una bandera. 

La Fundación Francisco Franco se ha apresurado a dar las gracias a Casado por su asistencia. El líder del PP ha delegado las explicaciones en su equipo de prensa. Un error, una distracción, aseguran fuentes del PP. Casado calla. Ni un solo tuit al respecto. ¿Para qué? Total, es un error sin importancia. Colarse sin saberlo en una misa por el dictador. Si es que lo mismo podía haber sido en memoria de un etarra. Seguro que tampoco se hubiera percatado, que nada le hubiese sonado extraño, que hubiera permanecido en silencio. Seguro, ¿verdad? En fin, si es que las misas son muy traicioneras. Uno entra al despiste y sale pactando con la ultraderecha. 

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