Ágora

Enfermeras pregoneras

Falta que el espíritu enfermero, que ha dado la bienvenida a tantas fiestas mayores de pueblos y ciudades de nuestro país, se extienda a todos los ámbitos de nuestra vida

Pregón de Custodia Moreno, luchadora vecinal.

Pregón de Custodia Moreno, luchadora vecinal. / JOAN CORTADELLAS

Paola Galbany

Paola Galbany

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Durante este verano, varios pueblos y ciudades del país han inaugurado sus fiestas mayores con la voz de enfermeras y otros profesionales de la salud. La presencia de enfermeras como pregoneras, que ya vimos el año pasado en muchas de las villas que pudieron celebrar sus fiestas, es un indicador de la popularidad que han adquirido los profesionales que han estado en primera línea durante la pandemia.

Custodia Moreno, en Barcelona; Mireia Vicente, en Mollet del Vallès; Isabel Munill, en Sabadell; Pilar Salat, en Capellades, o la misma decana del Consell de Col·legis d’ Infermeres i Infermers de Catalunya, Estrella Martínez, en Tortosa, son algunos de los nombres de enfermeras que han dado la bienvenida este año a las fiestas mayores de sus poblaciones.

Desde el inicio de la pandemia, con los aplausos que la ciudadanía dedicaba cada día a las ocho de la tarde a los profesionales de la salud, la presencia pública de las personas que trabajan en el ámbito sanitario, sociosanitario y residencial ha aumentado. Ahora las enfermeras nos sentimos más valoradas por la sociedad y también estamos más presentes en los medios de comunicación y en los lugares donde se toman las decisiones sobre las políticas sanitarias, aunque todavía falta mucho para que podamos tener la representación que nos corresponde, tanto por número –somos el colectivo de la salud más numeroso– como por la función que ejercemos –abordamos la salud de las personas de manera integral, desde el nacimiento hasta la muerte–.

Sin embargo, hemos comenzado un proceso que no tiene marcha atrás. La pandemia provocada por el covid-19 ha puesto de manifiesto la importancia capital que tiene el cuidado. Todos necesitamos que nos cuiden, tanto a nivel individual como a nivel colectivo. Durante este año y medio nos hemos dado cuenta de que los recortes en el sector público, la privatización de servicios esenciales y el adelgazamiento del Estado del bienestar que se han producido durante las últimas décadas en todos los países europeos nos han dejado indefensos ante situaciones como la que estamos viviendo.

La pandemia de coronavirus está dando paso a una pandemia de trastornos de salud mental que se prevé que aumente en los próximos meses. Aparte del impacto que la propia enfermedad tiene en el sistema nervioso, que en algunos casos se mantiene cuando desaparece la infección, la incertidumbre que ha provocado esta crisis sanitaria tiene un fuerte impacto en la salud emocional de las personas, especialmente entre las más jóvenes.

Necesitamos personas que nos cuiden y también sociedades que nos cuiden. Las enfermeras somos expertas en cuidar, esta es nuestra experiencia. Ahora solo falta que el espíritu enfermero, que ha dado la bienvenida a tantas fiestas mayores de pueblos y ciudades de nuestro país, se vaya extendiendo a todos los ámbitos de nuestra vida.