Un sector de plácemes

Más lectores, más libreros

Si es usted del 51,7% de los españoles que compró un libro a lo largo del año 2020, le doy las gracias

Interior de la librería Byron, este miércoles.

Interior de la librería Byron, este miércoles. / FERRAN NADEU

Josep Maria Pou

Josep Maria Pou

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Si resulta ser cierto que los números cantan, o lo que es lo mismo, que las cifras suenan claro, alto y afinado, habrá que convenir que en lo que se refiere a la venta de libros y al aumento de lectores y librerías abiertas en este país a lo largo del último año, las estadísticas cantan ‘La Traviata’, ‘Rigoletto’ y el repertorio verdiano al completo. ¡Qué manera de cantar! Y qué manera, también, de contar. Cuenten. Hagan sumas, ahora, conmigo. Y canten también, si es eso lo que les pide el cuerpo a la vista de los resultados. En plena pandemia, y cuando lo habitual era restar y restar (vidas, empleos, sueldos, paseos, abrazos), resulta que el número de lectores frecuentes, aquellos que leían por lo menos una vez por semana, sumaba y sumaba hasta alcanzar el 68,8% de la población. Un total impensable antes de la aparición del virus.

Si es usted del 51,7% de los españoles que compró un libro a lo largo del año 2020, permítame que le de las gracias, porque es usted el causante de que en este momento y en este país se estén abriendo más librerías que nunca. Bastantes más de las que se cierran. Con independencia de lo que este dato venga a decirnos de la salud cultural del país, mi agradecimiento es puramente personal y no exento de egoísmo. ¿Por qué? Pues porque el aumento de librerías hace que aumente el número de mis visitas a las mismas, lo que quiere decir que aumenta también la frecuencia de mis paseos hacia los distintos (y distantes) barrios de la ciudad donde se ubican, lo que quiere decir que camino mucho más de lo que lo hacía hasta ahora, lo que quiere decir, en definitiva, que todo redunda en beneficio de mi propio estado de salud, tanto física como mental. Gracias, pues, al anónimo lector que tanto me favorece.

 Resultado de una de mis recientes caminatas librescas he vuelto a casa con un libro “pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no lleva huesos” (mis respetos al maestro Juan Ramón). Si digo pequeño es por su tamaño, si digo peludo no es por las crines, que no tiene, sino por el tacto amable de su cubierta rústica, y si digo suave es porque su lectura me ha resultado una largo abrazo de 288 páginas rematado, al acabar, con una amplia sonrisa, suma de satisfacción, emoción y admiración a partes más o menos iguales.

Les hablo de ‘Una joven pareja’ (Pepitas de calabaza), el nuevo libro de Marcos Ordóñez. La historia de Iván y Patricia, de su casa en La Floresta, de algunos bares amigos y de muchos amigos en los bares. Un relato de amor y juventud, luminoso y vital, de cuando “todavía no se les había muerto nadie”. Con los diálogos más frescos, agudos y creíbles que he leído en mucho tiempo. Y con la banda sonora (característica aportación de Ordóñez en todas sus novelas) de un tiempo en el que Sisa bailaba con Roberta Flack, The Kinks con el Gato Pérez y Ramones con todos al tiempo. Un libro eminentemente optimista. De los que hacen más libros, más libreros y, por supuesto, muchísimos más lectores.

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