Negociación

‘President’, ponga las mesas de diálogo

Ya que no se espera ningún resultado tangible de mesa alguna, por lo menos que sirvan para que todo aquel que lo desee pueda sentarse en una

Jordi Puignerò y Pere Aragonès

Jordi Puignerò y Pere Aragonès / EFE / QUIQUE GARCÍA

Albert Soler

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No parece que la mesa de diálogo haya empezado con muy buen pie, si ya de entrada hubo puñaladas entre miembros del ‘governet’ para ver quién se sentaba en ella. Lo suyo habría sido programar una mesa de diálogo previa, en la que se discutiría quién formaría parte de la mesa de diálogo con el Gobierno español. Para evitar roces, con anterioridad debería organizarse una mesa de diálogo para ver quien forma parte de la mesa de diálogo previa que prepara la mesa de diálogo con el Gobierno español. Y así sucesivamente hasta crear miles de mesas de diálogo, de manera que todos los lacistas formasen parte de alguna, que eso es lo que interesa. Ya que no se espera ningún resultado tangible de mesa alguna, por lo menos que sirvan para que todo aquel que lo desee pueda sentarse en una, y tomarse un selfi si se tercia. Y también los que no lo deseen, que en Catalunya no se hacen distinciones y, cuando es necesario, se obliga a los ciudadanos a pasar por el aro. Del “president, posi les urnes” al “president, posi les taules del diàleg”. Eso es el ‘procés’.

Yo me pongo en el lugar del ‘governet’, y realmente no tenía fácil sentar a la mesa a alguien de JuntsxJoder o como se llamen hoy los convergentes, si Elsa Artadi estaba de tiendas, la Borràs troceando contratos para repartir a amiguetes y la Paluzie contando los billetes que ganó con la venta de camisetas el 11-S. Así no hay manera. Cabía la posibilidad, eso sí, de sentar en un rincón de la mesa al muñeco del Vivales moviendo el brazo, el mismo muñeco que colocaron en un puente de autopista, que según los chinos trae suerte. Pero tener a un falso Vivales levantando insistentemente la mano como pidiendo permiso para ir a hacer pis no parece la mejor manera de negociar nada, un niño repelente crispa los nervios de cualquiera.

Según JuntsxLlorar o como se llame hoy, no era obligatorio que los participantes en la mesa fuesen miembros del ‘governet’. Está muy bien visto, ya he dicho que todos los catalanes han de poder participar en una mesa de negociación, por lo menos una vez en la vida. Al fin y al cabo, no sé qué tiene el vendedor iraní de pistachos que se hace llamar Puigneró que no tenga la señora Tomasa, viuda ella, que regenta el colmado de mi barrio. Admitiendo que cualquiera puede ponerse a dialogar, JuntsxRidículo, o como se llame, está reconociendo, uno, que no hay nada de que dialogar, y dos, que sus líderes son intelectualmente tan capaces de participar en una reunión de alto nivel como cualquier hijo de vecino, incluido cualquier estudiante de preescolar, siempre y cuando sus papás le hayan pegado un lacito amarillo en la mochila antes de salir de casa.

La pena fue que el encuentro tuviera lugar en Barcelona. En Madrid habría dado más jugo. La imagen de la delegación catalana acudiendo a Madrid como si de la cumbre Reagan-Gorbachov se tratara, semblante circunspecto, trajes de estreno y cobertura en TV-3 durante 24 horas, queriendo así disimular que no son más que una panda de provincianos de visita a la capital, habría sido épica. Aun así, ha tenido alguna utilidad. Ha servido para que el lacismo llevara a cabo el acto más valiente jamás realizado en Catalunya desde que Presidentorra tuvo una pancarta colgando del balcón durante unas horas: retirar la bandera española del salón de actos, aprovechando que Pedro Sánchez se había dado la vuelta. Así se forjan los valientes, así se ganan las revoluciones. ¡Cuánta dignidad!

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