Una guerra en etiquetas

Afganistán: de Filmin a las redes sociales para entender el conflicto

Frontera de Afganistán con Pakistán

Frontera de Afganistán con Pakistán / AFP

Carol Álvarez

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1.Las colecciones de Filmin

Tiene Filmin una minuciosa forma de catalogar las películas y series, y solo así se explica que en el menú de la plataforma haya una opción que agrupa la producción relacionada con Guerra de Afganistán. La pantalla del televisor arroja entonces un puñado de carátulas de películas, como la reconocida A war,  que aborda el conflicto desde la mirada de un militar estadounidense desplazado al lugar y las consecuencias de sus decisiones. También invita a ver Nothingwood, una rareza sobre el que denominan Ed Wood afgano, Salim Shaheen. Se trata de un director y actor de cine con cientos de películas a sus espaldas y que ahora, cuatro años después de esta producción, está envuelto en un lío judicial que le ha llevado a la cárcel. El documental, de la francesa Sonia Kronlund, no tiene desperdicio: el ocio y la forma de entender la vida de esa sociedad asoma destellos de realidad como piezas de un puzzle imposible. 

2.El otro Vietnam

 Afganistán vuelve estos días, más pronto que tarde, a manos de los talibanes, como si los esfuerzos militares de décadas fueran un castillo de arena en la orilla del mar crecido. Los analistas insisten en ver el fenómeno como otro Vietnam, pesadilla incomprensible del siglo XX . La retirada del Ejército de EEUU de Kabul, detonante de la situación que vivimos ahora, cuenta con el respaldo del pueblo norteamericano, según los sondeos. Crisis y covid son un cóctel poderoso para capitalizar las preocupaciones. ¿Dónde está Afganistán? es una pregunta que asaltará a muchos, enfrascados en sus guerras cotidianas para pagar las facturas.

3.Hashtags y llamamientos a la acción

#Afghanistan_Lives_Matter es uno de los hashtag que asoman estos días a Twitter, tímidamente, detrás del omnipresente #Afghanistan. Despertar a la red social, y que de una etiqueta se pase a la acción, parece una quimera. Pero las etiquetas, las ideas ordenadas en un lema, en un mensaje claro, son la pieza imprescindible para activar el engranaje de la respuesta internacional, para que se intente una vez más no caer en los mismos errores del pasado.  

Algoritmos y etiquetas se cuelan en el día a día de nuestras tomas de decisiones y en todo lo que empuja nuestra actividad. Desde las sugerencias de viajes que irrumpen en la bandeja de entrada del ordenador hasta los productos que llenan la lista de la compra, el afán último por clasificar nuestro entorno se diría que está grabado a fuego en nuestro ADN. No lo es pero casi.

4.Hacer comprensible el infinito

Cuenta Irene Vallejo en su apasionante ensayo El infinito en un junco que «elegir es, de alguna forma salvaguardar». Se remonta en los tiempos a los primeros catálogos de libros, a los primeros intentos de clasificación de bibliotecas y, recurriendo a Umberto Eco y su exploración del sistema de referencias en El vértigo de las listas, concluye que todo índice, catálogo, repertorio «hacen más comprensible el infinito». 

Bienvenidos los hashtags y las colecciones, si logran arrojar un poco más de luz a un conflicto obstinadamente enquistado en un bucle sin fin.  

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