Leyendas urbanas

Fantasmas en Taipéi

De aquel túnel se decía de todo: que había más accidentes que en ningún otro lugar de la ciudad o que podías conducir y conducir sin llegar nunca al final

El miedo a la oscuridad solo está en el cerebro

El miedo a la oscuridad solo está en el cerebro

Natàlia Cerezo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si el otro día hablaba de escalofríos japoneses, hoy intentaré que os estremezcáis con un par de leyendas urbanas que me contaron cuando vivía en Taipéi, en 2007. Allí se explican muchas historias de fantasmas. Los taiwaneses son muy supersticiosos (los extranjeros, por ejemplo, vivíamos en el piso 4 de la residencia, su número de la mala suerte) y se las creen "por si acaso", decían.

Una de las más famosas del país (tanto que incluso hay una película ligeramente basada en ella, 'El puente maldito', en Netflix) es la del fantasma que dicen que se aparece en el estanque de Luna Borracha, en la Universidad Nacional de Taiwán, donde estudiaba. Es un lugar encantador, una laguna verde con una pagoda que parece que flote en el agua, y a la que no es posible llegar porque no tiene puente. De día es habitual encontrar estudiantes y parejas paseando por allí.

A pesar del nombre, en el lago no se hacen botellones. De hecho, por la noche es un lugar a evitar, tal como nos explicó nuestra profe de chino un día en clase, cuando le dije que de noche me gustaba pasear en bici por el campus. Se puso muy seria y me dijo que, sobre todo, no me acercara allí. Y contó que decían que una chica, a quien había dejado su novio, se había suicidado tirándose al agua, y que ahora vivía en la pagoda y rondaba el lago por la noche. Adoptaba la forma de una chica normal, y si eras un chico te preguntaba si querías ser su novio y entonces te llevaba consigo y te ahogaba para que estuvieras para siempre con ella.

Fui un montón de veces más al lago, pero, por desgracia, nunca vi nada raro. Más adelante, cuando empecé a leer más sobre el género, me di cuenta de que aquel fantasma era una dama blanca, un espíritu femenino presente en muchísimas culturas (desde la llorona mexicana a los 'yurei' japoneses, por nombrar solo dos) y que a menudo trasciende las fronteras del cuento de fantasmas para convertirse en protagonista de leyendas urbanas como esta.

La calle de Xinhua, que pasaba por delante de nuestra residencia, era otro lugar con leyenda. Se convertía en un túnel que pasaba bajo una montaña que había sido un cementerio inmenso. De aquel túnel se decía de todo: que había más accidentes que en ningún otro lugar de la ciudad o que si entrabas podías conducir y conducir sin llegar nunca al final. Incluso tenía una variante de la autoestopista fantasma, una leyenda urbana con un patrón que se repite en todo el mundo. En Taipéi, el protagonista era un estudiante que, de madrugada, volviendo a casa en moto (el método de transporte más popular de la isla), se encontraba a una chica al lado del túnel. Se ofrecía a acompañarla y ella subía a la moto, pero, cuando llegaba a la dirección que le había dicho la chica, él de repente se percataba de que esta había desaparecido.

Y tantas otras leyendas, con exorcismos y karaokes encantados y canciones malditas... y qué nostalgia de cuando los únicos escalofríos que sentía eran los de las historias de miedo, y no los de la vacuna.

Suscríbete para seguir leyendo