Derechos LGTBI

Quemar todos los armarios de Barcelona

Para acabar con las agresiones tenemos que atacar las ideas que las justifican. Como la violencia machista o racista, las agresiones contra las personas LGTBI están arraigadas en estereotipos profundos

La homofobia que mató a Samuel Luiz casi me mata a mí

La homofobia que mató a Samuel Luiz casi me mata a mí

Laura Pérez Castaño

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En las últimas semanas se han dado en nuestra ciudad varias agresiones con motivaciones homófobas, algunas de ellas muy violentas. Y nos han llegado también noticias muy alarmantes de otras ciudades españolas, como el asesinato de Samuel en A Coruña, al grito de maricón. Además de condenar rotundamente estas violencias y expresar nuestro afecto y solidaridad con las víctimas y sus entornos, tenemos el enorme reto de pensar por qué suceden estas agresiones y cómo actuar frente a ellas. 

Barcelona es una ciudad referente por sus luchas por la diversidad sexual y de género. Aquí, mucha gente anónima ha derribado muros de opresión en los momentos más difíciles con sus actos cotidianos, dándose la mano por la calle, besándose en un bar de su barrio, pintándose las uñas, maquillándose o rapándose la cabeza. Así se han ampliado los marcos de la libertad de todas y todos y se han quemado muchos armarios. En las calles de nuestra ciudad se han celebrado los espectáculos callejeros de Nazario y Ocaña y es el lugar en el que Silvia Reyes encabezó la primera manifestación del Orgullo del Estado español. 

Sin embargo, Barcelona es también la ciudad donde fue asesinada brutalmente Sonia Rescalvo en el año 1991 y donde, solo en 2020, hemos acompañado más de 100 casos de discriminación LGTBIfóbica. En nuestra ciudad contamos con servicios específicos de atención psicológica y legal en estos casos (la Oficina contra la No Discriminación, que se coordina con el Centro LGTBI y con el Observatorio contra la Homofobia), porque pensamos que es imprescindible ofrecer una atención personalizada a quienes sufren esta discriminación.

La homofobia se combate con educación, cultura y necesariamente con recursos económicos

Ante las últimas agresiones, sabemos que muchas personas LGTBI de nuestra ciudad sienten miedo y se preguntan si la ciudad sigue siendo segura para ellas. Tenemos que trabajar con firmeza para conseguirlo, pero sabiendo que no existen las soluciones con la inmediatez que quisiéramos. Para acabar con las agresiones tenemos que atacar las ideas que las justifican. Como la violencia machista o la violencia racista, las agresiones contra las personas LGTBI están arraigadas en estereotipos profundos. Por eso, nuestro objetivo desde el Ayuntamiento de Barcelona es transformar estos prejuicios.

En ese sentido, el eje principal de nuestro trabajo es la promoción de la diversidad sexual y de género, reforzar nuestra intervención en los centros educativos con propuestas como el Programa de Escuelas por la Igualdad y la Diversidad y promover referentes positivos para los chicos, que transformen los aprendizajes más problemáticos de la masculinidad. La homofobia se combate con educación, cultura y necesariamente con recursos económicos. Son caminos que nos acercan a una sociedad donde sea impensable sufrir una agresión por la orientación sexual o la identidad o expresión de género. 

Hace tres años inauguramos en Barcelona el Centro LGTBI, un dispositivo pionero para difundir la diversidad sexual y de género. Cuando fue atacado, en pocas horas los vecinos y vecinas, entidades y comerciantes del barrio de Sant Antoni se habían organizado en una campaña contra la homofobia para defender el Centro LGTBI como un espacio propio de su barrio. Esta anécdota emblemática define a esta ciudad, a nuestros barrios. Dos años más tarde, el Centro LGTBI sigue siendo nuestro principal antídoto contra el odio: la cultura, la educación, las redes de barrio, el asociacionismo. Una cohesión social necesaria para combatir la discriminación frente a la diversidad. Porque hoy es el colectivo LGTBI pero también las personas racializadas, las migrantes, las trabajadoras sexuales, las que expresan su género desde la disidencia.

Estamos convencidas de que defender la diversidad sexual y de género no es una tarea de la gente LGTBI, es de todas y todos. De los institutos, las empresas, el transporte público, de las familias, los grupos de amigos y amigas. Nosotras, desde las instituciones, seguiremos reforzando ese compromiso ciudadano, tratando de estar a la altura de una sociedad que entiende la diversidad como un valor y de una comunidad LGTBI que sigue defendiendo su sexualidad y su género a pesar del miedo a la violencia. Las libertades que han conquistado los colectivos LGTBI nos han beneficiado a todas y es responsabilidad de todas defenderlas.  

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