Gestión del conocimiento

Impacto social de la universidad: problemas y soluciones

Los centros universitarios presentan dos problemas: financiación insuficiente y falta de incentivos para la docencia y la transferencia de conocimiento

Una investigadora trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el covid-19 en el laboratorio del Instituto Químico de Sarrià.

Una investigadora trabaja en el desarrollo de una vacuna contra el covid-19 en el laboratorio del Instituto Químico de Sarrià. / Jordi Cotrina

Oriol Amat

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La misión principal de la universidad es el conocimiento: generándolo (investigación), transmitiéndolo a los estudiantes (docencia) y transfiriéndolo a la sociedad, para mejorar la competitividad del país y el bienestar de la población. En generación de conocimiento no estamos mal. Por ejemplo, Catalunya tiene el 0,1% de la población mundial, pero produce el 1% de los artículos científicos de todo el mundo. Por tanto, tiene una productividad científica que multiplica por diez la media mundial. Esta elevada productividad tiene mucho que ver con la introducción en España, en 1989, de la evaluación cada seis años de la investigación del profesorado con los denominados “sexenios”; y la buena política científica catalana desde el año 2000. También han contribuido los procesos de acreditación de la actividad investigadora del profesorado de las agencias de calidad universitaria. Estos mecanismos de evaluación, basados en el número y la calidad científica de los artículos publicados, son decisivos para la contratación y promoción del profesorado. Es la regla del “publish o perish”, o publicas o mueres. Una consecuencia de esta política es que cuando un artículo es aceptado por una revista el investigador ya considera que ha finalizado su trabajo. Por tanto, los incentivos para la producción de artículos son claros. El profesorado sabe muy bien que, cuando acaba el doctorado, ha de publicar artículos para poder ser contratado y ha de seguir publicando artículos si en el futuro quiere ser promocionado.

Hay que aumentar el presupuesto dedicado a universidades e investigación, mejorar los incentivos del profesorado con sistemas de acreditación de la innovación docente y la transferencia de conocimiento y que estas acreditaciones tengan impacto en la contratación y promoción. 

Sin embargo, el esfuerzo dedicado para que el conocimiento generado llegue a la sociedad (transferencia de conocimiento a través de la divulgación, convenios con empresas e instituciones…) no tiene incentivos relevantes. Y tampoco las tienen las actividades de innovación docente para mejorar el aprendizaje de los estudiantes. Sin embargo, la tecnología, la sociedad y los alumnos están cambiando de forma disruptiva, y las universidades se están quedando atrás. Es cierto que hay profesores que, gracias a su vocación y pasión por el trabajo bien hecho, invierten igualmente mucho tiempo en actividades que no están reconocidas. Pero el tiempo es limitado y la mayoría de profesores tienen jornadas semanales que ya superan en mucho las cuarenta horas. Esto es consecuencia también del insuficiente presupuesto dedicado a las universidades. En Catalunya, el gasto público por estudiante universitario matriculado es de unos 8.500 euros/año. En Francia, por ejemplo, es de un 35% más (11.530 euros). La financiación insuficiente tiene consecuencias. Por ejemplo, desde 2008 es dramática la falta de rejuvenecimiento en las plantillas. En resumen, hemos apuntado dos problemas: financiación insuficiente de las universidades y falta de incentivos para la docencia y la transferencia de conocimiento. 

Como posibles soluciones, se vislumbran tres medidas que podrían ayudar. En primer lugar, hay que aumentar sustancialmente el presupuesto dedicado a universidades e investigación. En segundo lugar, hay que mejorar los incentivos del profesorado con sistemas de acreditación de la innovación docente y la transferencia de conocimiento. En tercer lugar, estas acreditaciones deberían tener un impacto claro en la contratación y promoción. En definitiva, podrían coexistir tres vías para la contratación del profesorado: la basada en la excelencia investigadora (que debería seguir siendo la ampliamente mayoritaria), la basada en excelencia en innovación docente y la basada en excelencia en transferencia de conocimiento. En todos los casos tiene que haber un buen perfil investigador, pero en cada vía la excelencia se centra en una de las tres dimensiones. El aumento de recursos debería permitir que las vías adicionales de contratación y promoción no afectasen al número de plazas para el profesorado excelente en investigación. De hecho, la financiación adicional debería permitir ampliar estas contrataciones, ya que en investigación se ha de seguir avanzando, dado que genera el conocimiento que es la base de las demás actividades universitarias. Por tanto, hay que invertir más en investigación y, simultáneamente, incorporar recursos adicionales e incentivos para promover la excelencia en innovación docente y en transferencia de conocimiento. Así, generaremos más conocimiento que impactará más favorablemente en los estudiantes y en la sociedad.

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