Opinión | Editorial

El Periódico

Puerta a puerta en Sant Andreu

El nuevo sistema de recogida de basuras ha empezado con problemas, que deberán atenderse si se desea contar con la colaboración vecinal

Barcelona 25.05.2021. nueva recogida de basuras puerta a puerta en el barrio de Sant Andreu. En  la imagen, bolsas de basuras tiradas en la calle Gran de Sant Andreu. Foto Laura Guerrero

Barcelona 25.05.2021. nueva recogida de basuras puerta a puerta en el barrio de Sant Andreu. En la imagen, bolsas de basuras tiradas en la calle Gran de Sant Andreu. Foto Laura Guerrero / Laura Guerrero

Los primeros días de implantación del sistema de recogida de basuras puerta a puerta en Sant Andreu de Palomar han generado polémica. La acumulación en las aceras del casco antiguo de desperdicios que los servicios de limpieza no han recogido, porque no se habían depositado en las bolsas con chip que el Ayuntamiento de Barcelona ha repartido para tal fin o porque no contenían la fracción de reciclaje (plástico, orgánica, papel...) que tocaba por día de la semana, ha sido una de las imágenes que más ha despertado el descontento de algunos vecinos del barrio. No de todos, ya que también hay quien considera que el cambio es para mejor. La división de opiniones es también una buena muestra del trastorno que ha supuesto el puerta a puerta y de lo difícil que puede resultar su aplicación.

El consistorio pide paciencia e implicación a la ciudadanía, y defiende las bondades de un sistema que a la larga, asegura, será beneficioso para todos. Empezando por las tasas de reciclaje, que esperan aumentar del 36% actual al 55% que marca la Unión Europea como objetivo de sostenibilidad. Además, recalcan desde el ayuntamiento, con la retirada de los contenedores (todos, excepto los de vidrio) se gana espacio público. 'Tiempo' es la palabra mágica que pide la administración para valorar el puerta a puerta: tiempo para hacer los ajustes necesarios a medida que se vaya consolidando y, sobre todo, tiempo para que la población se habitúe a él.

Es evidente que todo cambio de hábitos y rutinas supone una dificultad y es susceptible de rechazo y protestas contra quien lo promueve. Ocurrió con la primera 'superilla', en el Poblenou, en 2016, y con la nueva red de autobuses urbanos. La administración debe entonces hacer un ejercicio extra de pedagogía para convencer a los ciudadanos. A diferencia de la 'superilla', que se estrenó de manera sorpresiva, no puede decirse que en el nuevo sistema de recogida de basuras haya fallado la voluntad de informar, ya que desde hace semanas se viene explicando su funcionamiento a los afectados. Sin embargo, parece necesario seguir reforzando esta labor de pedagogía a pie de calle, no solo de los aspectos más técnicos, sino de las razones ecológicas.

En vista de lo ocurrido estos días en Sant Andreu, hay que mejorar algunos aspectos sobre la puesta en marcha, especialmente los referidos a facilitar la logística de quienes más problemas tienen para cumplir los requisitos de tirar la basura a una hora y día determinados. Pero que necesite alguna adaptación no significa que el sistema no funcione. De hecho, las experiencias realizadas en otros lugares confirman que es más efectivo que los contenedores, como recordó la Associació de Veïns i Veïnes de Sant Andreu de Palomar, que animó a asumir el «esfuerzo añadido» pensando en el «beneficio ambiental» que representa. Actualmente, el puerta a puerta se aplica en más de 200 municipios catalanes, y en Sarrià, el primer barrio de Barcelona donde se estrenó, el reciclaje ha subido al 55%. 

Asunto aparte merece el chip incorporado en todas las bolsas de basura, en el que no pocos ven una peligrosa intromisión a la privacidad. Aunque el consistorio asegura que se trata solo de una manera de seguir la trazabilidad es un tema que genera el suficiente rechazo como para que se estudien otras alternativas que consigan el mismo objetivo sin ser tan intrusivas.  

La mejora del reciclaje debe ser una prioridad para Barcelona, en respuesta al reto climático que no espera, pero no podrá lograrse sin la colaboración vecinal.