Opinión | Ética política

Luis Mauri

El sometimiento de TV-3 y el 3%

Hay un hilo que enlaza las mordidas convergentes del 3% con el sometimiento independentista de una cadena financiada con el presupuesto público. Un hilo que se enrosca sobre la ética política hasta asfixiarla

TELEVISION MONEGALL TV3 PERICH

TELEVISION MONEGALL TV3 PERICH

Maragall se quedó corto, luego se supo.

«Ustedes tienen un problema, y ese problema se llama 3%», espetó el ‘president’ socialista. Maragall destapó la caja de los truenos en precario, tanto que hubo de retractarse allí mismo, pero tuvo el arrojo de destaparla. Convergència Democràtica se apropiaba desde tiempo inmemorial de una mordida del 3% del coste de las obras públicas que adjudicaban sus gobiernos. Esto denunció de manera imprecisa Maragall el 24 de febrero del 2005 en el Parlament para farisaico escándalo patriótico del jefe de la oposición, el nacionalista Mas. Aquel día, empezó a rotar inadvertidamente una de las hélices del ‘procés’.

Aún hubo de pasar varios años hasta que la investigación judicial del expolio del Palau de la Música reveló que Maragall se había quedado corto: las mordidas superaban en muchos casos el 3%.

El diputado socialista Joan Ferran también se quedó corto, luego se ha visto.

Ferran denunció la existencia de una «costra nacionalista» en Catalunya Ràdio y TV-3 (la televisión fundada por el psicópata, chantajista y finalmente asesino que Jordi Amat radiografía en El hijo del chófer). El 4 de diciembre del 2007, el diputado declaraba a EL PERIÓDICO: «Hay algunos gurús mediáticos al frente de programas de máxima audiencia que no informan; editorializan. Confunden sistemáticamente información y opinión; su opinión. Usan las emisoras de la Generalitat a su antojo, como si fueran su púlpito particular, lanzan soflamas, llaman a la gente a manifestarse contra esto o lo otro».

Como cuando Maragall señaló el saqueo del 3%, también pareció que el mundo iba a venirse abajo. Sacrílegos profanando el templo. 

Botín en porciones

Una década después, las dos grandes fuerzas del independentismo, la de Puigdemont y la de Junqueras, libraban en público y sin sonrojo una cruda batalla por el control de las emisoras de la Generalitat y la CCMA (el ente del cual dependen) que concluyó con el reparto indisimulado del botín en porciones.

Más tarde todavía, el pasado noviembre, salieron a la luz las grabaciones judiciales de las conversaciones entre fontaneros, conseguidores, evangelistas y empresarios del ‘procés’ traficando con el sometimiento político de TV-3, las contrataciones de la cadena y las soldadas. Justo ayer, la Audiencia de Barcelona avaló la pulcritud procedimental de las escuchas ordenadas por el juez del caso Voloh. En efecto, Ferran también se había quedado corto.

Hay un hilo que enlaza las mordidas convergentes del 3% con el sometimiento independentista de una cadena financiada con el presupuesto público. Un hilo que se enrosca sobre la ética política hasta asfixiarla. El 3% se define por sí mismo. El secuestro de una emisora sufragada por todos los contribuyentes para convertirla en instrumento de propaganda y adoctrinamiento ideológico al servicio de solo una parte de ellos es también un modo de corrupción. Más ultrajante, si cabe, en campaña electoral.

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