DETRÁS DE LA PANDEMIA
La 'omertá' y la patria de Mas
El extesorero de CDC condenado tira de la manta e implica a Mas en la estructura de corrupción convergente. El tremendo rugido de la pandemia vela este episodio clave de la historia reciente de Catalunya
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
Pasqual Maragall se revolvió con gesto disgustado en su escaño. Se agotaba el mes de febrero del 2005 y las mordidas en la obra pública de los gobiernos de CiU eran un secreto a voces. Los constructores que se lamentaban en privado de la extorsión se apartaban de los juzgados como de la peste. Y la auditoría de las cuentas de la Generalitat que el 'president' Maragall acababa de recibir proferían un silencio ensordecedor, pero nada más.
Hacía un mes que se había hundido el túnel en construcción del metro del Carmel, en Barcelona. A Maragall le irritaba hasta la náusea la agresividad de la oposición nacionalista: la obra catastrófica había sido aprobada y adjudicada por el Govern de CiU. Maragall se revolvió en su escaño y pasmó hasta a sus propios colaboradores: "Ustedes –le espetó al nacionalista Artur Mas, jefe de la oposición- tienen un problema, y ese problema se llama 3%". Por poco no se hunde la bóveda del Parlament como el túnel del metro.
Maragall había dado un paso en falso. Carecía de pruebas para mantener en pie su desafío. Mas bordó la interpretación del ofendido, un papel en el que cualquier nacionalista carece de rival, y exigió al ‘president’ que se retractara o diera por muerta la reforma del Estatut. Maragall reculó.
Burladero político
Eso fue hace 15 años. Con lo que hemos sabido después (el saqueo del Palau de la Música, las condenas de Millet, Montull y Convergència, la causa judicial del 3%, la del blanqueo de comisiones ilegales, la de Triacom, la confesión del extesorero y reo Daniel Osàcar, la imputación de <strong>Germà Gordó</strong>…), la réplica ofendida de Mas a Maragall refulge como un reflector en medio de la noche: primero la omertá; la patria, si acaso, después.
La patria, qué prodigioso burladero político. Con ella construyó Mas a partir del 2012 la vía de escape de los escándalos de corrupción y de la presión social contra su gestión austericida. Cogió al hegemónico partido nacionalista de centroderecha y lo cambió de vía de la noche a la mañana: hacia la independencia unilateral. El partido se hundió, la dirigencia nacionalista cayó en el arrebatamiento y Catalunya se fracturó.
Ahora, <strong>Osàcar tira de la manta</strong> e implica a Mas en la estructura de corrupción convergente. El tremendo rugido de la pandemia vela este episodio clave de la historia reciente de Catalunya.
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