Movilidad urbana

Atropellado

Con el afán de peatonalizar Barcelona, esta se está transformando en un entramado de carriles y un sinfín de obstáculos que componen un enrevesado circuito para conductores y transeúntes

La sombra de un ciclista en un carril bici de Barcelona

La sombra de un ciclista en un carril bici de Barcelona / Manu Mitru

Carles Sans

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Cuando en el 13 de octubre de 1990 Pasqual Maragall inauguró el primer carril bici en la Diagonal nadie imaginaba que aquel acto que el barcelonés contempló como algo simpático, se convertiría, 30 años más tarde, en una red de carriles que ocuparía más de 200 kilómetros y con más de 12.700.000 usuarios acumulados, según datos de 2019. Es decir, más de 1.200.000 usuarios mensuales del Bicing, sin contar los que usan su vehículo particular. Tampoco en aquel octubre de hace más de tres décadas se contaba con que además de las bicicletas proliferarían un sinnúmero de vehículos incalificables como patinetes, monopatines, monociclos, 'hoverboards', 'segway', etcétera.

Con ese afán de peatonalizar Barcelona, esta se está transformando en un entramado de carriles, bloques de hormigón, palos de colores, temibles separadores de carril bici y un sinfín de obstáculos que componen un enrevesado circuito para conductores y transeúntes.

Muchos, la mayoría de los usuarios de la bicicleta, cumplen con la norma de circular por su carril; sin embargo, los hay que se saltan a la torera las normas y llegan los accidentes, algunos mortales. Como podía haber sido el que padecí en persona hace unos días. Al salir de un portal fui arrollado por una fuerza bruta en forma de ciclista que circulaba a toda velocidad por la acera. Yo llevaba un paquete y no pude parar el golpe con los brazos, de manera que impacté contra la acera con mi costado derecho. Por suerte no me hice demasiado daño, el contenido de mi paquete se multiplicó por mil y el susto fue considerable, como considerable fue todo lo que le dije al ciclista, el cual, y por suerte para los dos, reconoció su error y se disculpó al momento.  

La convivencia entre peatones y vehículos siempre ha sido conflictiva; sin embargo, con la aparición de tantos vehículos que van en todas direcciones, se ha vuelto muy peligrosa. Menos mal, dicho con ironía, que el ayuntamiento quiere obligar a los usuarios de patinetes a llevar casco y seguro. Lo del casco les beneficia a ellos y el seguro, a los que nos van atropellando. Algo es algo.