Opinión | Ciencia y propaganda

LUIS MAURI

La vacuna 'brexiter'

Margaret Keenan es ya un símbolo de la investigación médica. Pero Boris Johnson también tiene en ella un icono involuntario del Brexit, un emblema tan potente como tramposo: Londres, más rápido, más alto y más fuerte sin Bruselas que con ella

Margaret Keenan, la primera europea vacunada de covid-19, en Coventry (Reino Unido).

Margaret Keenan, la primera europea vacunada de covid-19, en Coventry (Reino Unido). / AFP

La nonagenaria británica Margaret Keenan, la primera persona vacunada contra el covid-19 en Occidente, acaba de inscribir involuntariamente su nombre en los anales de dos materias antitéticas. Ciencia y propaganda. Razón empírica y agitación emocional. 

Keenan, sillón azul, mascarilla quirúrgica, brazo izquierdo remangado mientras recibe el pinchazo en el Hospital Universitario de Coventry, es ya una imagen referencial de la investigación médica. Encarna el inicio del fin de la pandemia. Pero la carga simbólica de esta jubilada del comercio no se queda ahí.

El premier británico, Boris Johnson, tiene en Keenan un icono instintivo del Brexit, una consigna publicitaria viviente: el Reino Unido ha podido ser el primer país occidental en empezar a vacunar a la población gracias a la ruptura con la UE. No ha debido esperar el visto bueno de la Agencia Europea del Medicamento. El mensaje de fondo es tan potente como tramposo: Londres es más rápido, más alto, más fuerte sin Bruselas que con ella.

La discusión científica y filosófica sobre la existencia de la casualidad se pierde en la historia. Lo que no admite controversia es la secuencia de los hechos. El 2 de diciembre, el Reino Unido autoriza la comercialización de la vacuna de Pfizer y fija el inicio de la campaña para el día 8, el día de Margaret Keenan . La tarde del 7 de diciembre, el número dos del gobierno de Johnson, Michael Gove, y el vicepresidente comunitario Maros Secfovic alcanzan un principio de acuerdo que allana la vía hacia la aplicación plena del divorcio Londres-Bruselas. El trato se cimenta sobre una renuncia británica. El día 8, al alba, empieza con fragor mediático global la campaña de vacunación en el Reino Unido. Londres, citius, altius, fortius. Ese mismo día, unas horas después, Londres y Bruselas anuncian su acuerdo.

Meses de amenazas

El gobierno de Johnson llevaba desde el mes de septiembre amenazando con una ley de mercado interior que vulneraba el pacto de retirada de la Unión Europea. La norma contravenía el acuerdo en lo referente a la frontera de Irlanda del Norte, asunto clave para preservar la paz. Tras meses de tira y afloja con Bruselas, Londres accedió el día 7 a eliminar los artículos de la ley que colisionaban con el convenio de divorcio de la UE. Quedan todavía por despejar otros obstáculos importantes para la aplicación del tratado (pesca, gobernanza, acceso al mercado interior europeo y garantías de lealtad), pero la amenaza de volver a instaurar una frontera dura con Irlanda del Norte ya no figura entre ellos.

Sea por azar o con premeditación, aquí vuelve la pionera Margaret Keenan. Bien, no ella, por supuesto, sino su robusto icono brexiter. El Londres citius, altius, fortius puede rendir ahora la posición irlandesa ante Bruselas sin exponerse a una tormenta doméstica. La vacuna de Keenan puede ayudar a presentar como muestra de magnanimidad o de responsabilidad negociadora lo que en otra circunstancia podría haber sido visto como fragilidad. 

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