La negociación de las cuentas del Estado

Si no hay paz, al menos tregua presupuestaria

A estas alturas de la crisis pandémica, nadie que aspire a salir bien parado o ganar las elecciones catalanas podrá presentarse ante la ciudadanía si no ha sido capaz de negociar el Presupuesto del año 2021

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Joan Tardà

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El estado profundo no cree en la paz como sinónimo de triunfo de la negociación para la resolución del conflicto catalán. Todo lo contrario, si se tienen presentes recientes actuaciones de la Guardia Civil, comportamientos de la judicatura o de la fiscalía hacia Dolors Bassa y Carme Forcadell. Abonados a la dialéctica del cuanto peor, mejor y, de paso, continuar con el asedio al gobierno que hasta hace cuatro días era calificado por la derecha de ilegítimo.

Si no es posible la paz (porque no la quieren), ¡conquistemos la tregua! Esta tiene que ser la divisa de las fuerzas progresistas. Por convicción democrática y por necesidad ineludible, porque a estas alturas de la crisis pandémica, nadie que aspire a salir bien parado o ganar las elecciones catalanas podrá presentarse ante la ciudadanía si no ha sido capaz de negociar el <strong>Presupuesto del año 2021</strong>. No hacerlo será igual a irresponsabilidad. Tanto respecto a los partidos que conforman la mayoría gubernamental como respecto a los que facilitaron la investidura.

De hecho, quien crea que el guion ganador es hacer entender que la formación de la mesa de diálogo, la negociación posterior y el logro de los acuerdos finales no será cosa de cuatro días, sino que se convertirá en una larga batalla política y en una conquista democrática y popular. Quien crea que exigirá movilizaciones cívicas, pacíficas y masivas, también, por la aplicación de los pactos que puedan lograrse. Quien lo crea no se tiene que engañar: nada será posible si previamente no se construye un escenario de tregua que responda, en la medida que unos Presupuestos pueden contribuir, a dar respuestas a la extraordinaria anomalía de la pandemia.

Conviene, pues, arar el terreno de la colaboración y dejar atrás cuantos más reproches mejor, empezando por el que todavía hace responsable a Esquerra Republicana del mantenimiento de los Presupuestos de Montoro porque los republicanos provocaron la convocatoria de elecciones al no apoyar las cuentas del 2019. Basta de repetir mentiras. Fue el Gobierno español quien se desdijo de su compromiso de introducir un relator (a propuesta de Carmen Calvo) para hacer posible la continuación del diálogo iniciado en Pedralbes en el 2018, condición que puso sobre la mesa el grupo parlamentario republicano.

Copyright del PSOE, pues, en lo referente a la renuncia por miedo a la convocatoria de la plaza de Colón y a la revuelta de diputados influyentes del grupo parlamentario socialista. Pedro Sánchez prefirió dejar los Presupuestos en un cajón, enterrar el encuentro de Pedralbes y convocar unas elecciones clonando el discurso de Rivera.

Ahora, ante el nuevo proyecto de Presupuesto, a los diputados catalanes se les acumula trabajo, sobre todo atendiendo al hecho de que la inversión territorializable prevista en Catalunya, a pesar de que aumenta hasta el 16,5% del total, todavía continúa por debajo de lo que se estableció en la disposición adicional tercera del texto estatutario que mandataba que la inversión se debía de corresponder con el PIB catalán (18%). Como se recordará, a pesar de que fue la bandera de los partidos favorables al 'sí' en el referéndum del Estatut,  nunca se ha aplicado. Más allá del eterno déficit de las partidas aprobadas no ejecutadas que reflejan porcentajes que llegan hasta el 43% y 42% en el 2016 y en el 2018. De hecho, entre el 2013 y el 2018 el Estado ha dejado de invertir 2.200 millones comprometidos en los Presupuestos.

Todo el mundo tiene que estar a la altura del momento. El incremento del paro, la devaluación de los estándares de bienestar, la creciente pobreza y el riesgo de inmolación de una nueva generación de jóvenes nos harán repetir durante meses: “¡Es la reconstrucción, estúpido!”. A todas horas y para todo, lo cual significa que desde Catalunya habrá que priorizar el diseño de las bases y los recursos económicos para cambios en el modelo productivo y económico que supere el monocultivo del sector turístico y reindustrialice el país a caballo de la transición energética. 

Los cojinetes para la reconstrucción económica y social forman parte del mismo engranaje para la reconstrucción de la desjudicialización (Amnistía) y para la negociación de una solución pactada del derecho a decidir. Tres objetivos que tienen que alcanzar las fuerzas de izquierda. Las de allá y las de aquí, empezando por el republicanismo que bien posiblemente comandará el país el día siguiente del 14-F, por lo cual ojalá la tregua de unos Presupuestos pactados sea un primer paso. En nombre de las legítimas aspiraciones de todo el mundo y por mandato de tantos millones de personas que viven con el alma en un hilo.

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