Que no nos cieguen los fuegos

Los vecinos de Nou Barris no estamos acostumbrados a los palcos. Por eso, cuando tu balcón se convierte en uno, es fiesta mayor. Literalmente. No es costumbre en la Barcelona de los barrios ‘cool’ que se lo llevan todo (los locales de moda, las fiestas ‘instagrameables’, los conciertos masivos, las obras urbanísticas de colorines) que tu distrito –ese que muchos no saben ni situar en el mapa– sea uno de los cuatro escenarios elegidos para uno de los eventos estrella de la Mercè: el Piromusical.

Quién nos iba a decir que el coronavirus nos iba a dar algo, aparte de quitarnos un poco todo. Nos ha regalado fuegos artificiales en una época gris. Nos ha cambiado el ensordecedor ruido pandémico actual por 21 minutos de la música de nuestros abuelos. De esos que llegaron en masa a Nou Barris para hacerlo grande y que criaron, entre torrentes, hijos combativos que lucharon por un barrio digno, por un barrio mejor. Por un barrio que siempre tiene que esperar demasiado para recibir un poco de atención.    

Algunos vecinos ya cruzan los dedos para que en 2021 el Piromusical vuelva a brillar sobre Can Dragó sin necesidad de que obligue una pandemia, aunque solo sea para ahorrarse una vuelta a casa de 14 paradas en un metro abarrotado, o para verlo desde el insospechado palco de su piso, en zapatillas y esquivando la tortícolis a la que te condena el suelo de la avenida de la Reina Maria Cristina.  

Tampoco falta quien preferiría que el dinero se hubiera invertido en otra cosa, como ayuda a los más afectados por la pandemia, convirtiendo irremediablemente nuestro placer del domingo pasado en placer culpable. En Nou Barris es difícil que se olviden los problemas, precisamente porque los tienes a diario llamando a tu puerta o a la del vecino. Que la pirotecnia, que se agradece, no nos ciegue. El barrio pide más visibilidad y más manos tendidas para buscar soluciones reales, para que no llueva siempre sobre mojado. Dime cuándo, cuándo, cuándo, como sonó en el Piromusical.