Responsabilidad compartida

Patriarcal 2

Cuando hablamos de violencia no podemos acotarlo solo a la física, porque existen un montón de violencias invisibilizadas que sostienen el feminicidio o cualquier otra expresión de machismo

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Jenn Díaz

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Hace unos días hablaba, en 'Patriarcal', del caso de Paula Bonet y de cómo consideramos las violencias machistas. De cómo incluso hay una concepción patriarcal para poder denominar las violencias sistémicas y estructurales que nos oprimen como mujeres. La respuesta es bien sencilla: cuando la violencia de género era un crimen pasional, se hacía en el ámbito de la pareja o era tu excompañero, la responsabilidad era intransferible: era él, el asesino, quien se  tenía que hacer cargo. Cuando la violencia es estructural y ya no se basa solo en el feminicidio, la responsabilidad es compartida. Y esto ya nos obliga a hacer más de lo que pretendíamos.

En estos momentos, para poder justificar y y atender como violencia machista un caso como el de Paula Bonet, necesitamos que el agresor sea pareja o expareja. Es la justificación que necesitan los estados y los poderes: lo asedia por un motivo, y este motivo es personal. Y por tanto forma parte de la vida privada, y por tanto la esfera en que se tiene que enmarcar es la privada. Como que el agresor es un desconocido, las causas se nos escapan y ya no podemos hablar de pasión ni de celos. La justificación que acepta que nos quedemos inmóviles ante la violencia machista se esfuma.

Por eso, cuando hablamos de los derechos de las mujeres a vivir libres de violencias estamos hablando de derechos humanos. Por eso cuando hablamos de feminicidio, estamos hablando de un problema de salud pública, no de un problema de mujeres. La esfera pública –allá donde justificamos, minimizamos, normalizamos y aceptamos el machismo en todas sus formas- acaba amparando la esfera privada, y por eso cuando hablamos de violencia no podemos acotarlo solo a la más explícita, la física. Porque existen las violencias indirectas, las violencias por omisión, la violencia representativa, la violencia simbólica y un montón de violencias invisibilizadas –que no invisibles- que sostienen el feminicidio o cualquier otra expresión de machismo. 

Las mujeres nos hemos ayudado siempre, de acuerdo. Pero no siempre hemos tenido mujeres en todos los espacios de representación, por eso cuando supe que la abogada Carla Vall llevará el caso de Paula Bonet, lo primero que pensé fue que por fin empezamos a dibujar el nuevo mundo. La sororidad de siempre, con las herramientas comunes y universales para combatir este sistema. De esto va la igualdad.