Opinión | Editorial

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Torra, enrocado en sí mismo

Es difícil encontrar causas que expliquen la prórroga de la agonía de una legislatura agotada salvo en la pugna entre JxCat y ERC por la hegemonía del independentismo

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Nueve meses después de declarar formalmente que esta legislatura no tenía más recorrido, y un día antes de que el Tribunal Supremo (TS) estudie su posible inhabilitación, el ‘president’ de la Generalitat, Quim Torra, afirmó este miércoles en el Parlament que se dedicará a «servir a Catalunya hasta las últimas consecuencias y hasta el último minuto» de su presidencia. En plena emergencia sanitaria y en un desplome económico sin precedentes, Torra fue fiel a sí mismo durante su intervención en el <strong>debate de política general</strong>: beligerante y exigente en extremo con las instituciones del Estado, complaciente con su gestión (incluida la errática estrategia contra el covid) e indiferente a la oposición, todo ello aliñado con la habitual gestualidad para consumo del independentismo más irredento. 

Hace demasiado tiempo que Catalunya vive instalada en un bucle que gira alrededor del independentismo, de su proyecto y de su división interna. Urge vincular de nuevo la política catalana a la realidad social, y no a las vicisitudes de un proyecto político que es muy importante pero que no es el único ni el hegemónico en Catalunya. Como ha defendido en repetidas ocasiones este diario, la convocatoria de elecciones es necesaria, entre otros motivos, para dar el primer paso hacia el objetivo de zurcir los estragos de una década de ‘procés’. Pero a la luz de lo visto ayer en el Parlament, no parece ser ese el camino elegido por el ‘president’, que no avanzó pistas sobre lo que planea hacer tras la decisión del TS sobre su inhabilitación por haber colgado en la fachada de la Generalitat una pancarta en favor de los presos del ‘procés’ en campaña electoral.

En contra de lo que anunció hace nueve meses, Torra apuesta por alargar la interinidad de un Govern en el que uno de los dos socios, ERC, le solicita de forma expresa la convocatoria electoral, igual que la hoce la CUP. Es difícil encontrar causas que expliquen la prórroga de la agonía de una legislatura agotada, ni siquiera en los términos de confrontación simbólica con el Estado, salvo en el contexto de la pugna interna entre Junts per Catalunya (JxCat) y ERC por la hegemonía del independentismo. Este miércoles, los republicanos y los posconvergentes no tuvieron reparos en convertir el Parlament en escenario del largo debate preelectoral en que se ha convertido esta legislatura, que empezó con Catalunya sumida en una gran crisis política e institucional y agoniza en plena pandemia y con una crisis económica sin parangón. En esta hora tan grave se echa de menos responsabilidad.