Torra aleja la convocatoria de elecciones y se aferra al cargo ante la posible inhabilitación

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Fidel Masreal / Xabi Barrena / Júlia Regué

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Hubo un tiempo en el que los debates de política general -la sesión más importante del año en el Parlament junto a la de los presupuestos- duraban dos largos días y el 'president' contestaba a los partidos uno a uno en intercambios directos e intensos. Este miércoles, en medio de la peor crisis sanitaria, económica y social y a pocos días de la posible inhabilitación del 'president', se vivió uno de los debates más cortos y descafeinados, en el que el 'president' Quim Torra siguió escondiendo sus cartas sobre cómo responderá a la inhabilitación, y trató de centrar el foco en su gestión, en la que encontró una enmienda a la totalidad de toda la oposición, que le exigió que convoque ya a las urnas ante una gobernanza sin rumbo en un Govern dividido. Para muestra de esto último, un botón: ERC se acabó erigiendo en el principal partido de la oposición.

Tan liviano fue el debate que Torra dedicó a penas 20 minutos a contestar a la oposición en bloque. Tan poco se interesó en contestar que ni se dignó en contestar al PP ni a Cs alegando que no había hablado "de lo que veníamos a hablar".

Ante una sesión de trámite, con la vista puesta por parte de todos en las futuras elecciones, Torra intentó centrar la discusión en su obra de gobierno, y dedicó casi dos horas a ello. Lo hizo con escasa capacidad de convencimiento, dado que los partidos -incluido ERC- le replicaron pidiendo que dé por finalizada la legislatura, pese a que Cs maniobró pidiendo un candidato alternativo para evitar comicios con las encuestas en contra. El balance de Torra careció de referencias a la autocrítica. Sostuvo que su Govern se ha anticipado a la covid, que la pandemia incluso ha mejorado la cohesión interna del Ejecutivo (en el que acaba de hacer cambios expulsando a 'consellers' del PDECat, para enojo de estos últimos, incluido el 'expresident' Artur Mas), pese a que en enero dio por finiquitada la convivencia interna por falta de lealtad de ERC. 

Este balance de Torra incluyó medallas como la reciente ley de regulación de los alquileres -que llegó 'in extremis' tras la oposición del 'conseller' Damià Calvet y de cuatro diputados del PDECat, que creen que desprotege a los propietarios- o la mejora de la renta mínima de ciudadanía, pese a que esta todavía llega a una mínima parte de los posibles beneficiarios, según denuncias las entidades sociales.

Mensaje a ERC

Torra trató de lanzar un mensaje a ERC: pedir ahora elecciones es ir en contra de las prioridades sociales, que son la covid y la reconstrucción económica y social. Trató así también de contrarrestar el discurso habitual del principal partido de la oposición, Ciutadans, que lo acusa de sólo pensar en el 'procés'. Pero lo cierto es que el escaso apasionamiento de Torra en su discurso llegó cuando lanzó dardos al Gobierno por no prever permisos para las familias con hijos que dejen la escuela por cuarentenas, por mantener el "círculo de la represión" iniciado con el Gobierno del PP o por no aceptar que en la mesa de diálogo se acuerde un orden del día que incluya autodeterminación y amnistía.

Torra coronó su discurso con una referencia indirecta a su intención de seguir en el cargo, de no convocar elecciones antes de que el Tribunal Supremo (TS) -como es previsible- ratifique su inhabilitación. El 'president' dijo que pretende "servir a mi país hasta las últimas consecuencias y hasta el último minuto de mi presidencia" e incluyó un mensaje dirigido implícitamente a ERC, que está entre los que reclaman avanzar los comicios. El 'president' aseguró que su prioridad es la gestión: "Aquí se ve quién tiene una prioridad y quién tiene otras".

Pero la estrategia del 'president' de no mostrar sus cartas fue quebrada por ERC, que optó por ponerlas todas boca arriba. Sergi Sabrià avisó por la mañana a JxCat de lo que iba a decir: que ante la falta de acuerdo sobre qué hacer si Torra es inhabilitado, Esquerra explicaría su plan. Y lo hizo denunciando abiertamente el partidismo del partido del 'expresident' Carles Puigdemont, por cálculos electorales, la actitud pasiva de esperar a que el TS sentencie, dejando la presidencia en interinidad durante meses, en lugar de anticiparse y trazar un plan conjunto. Es decir, convocar elecciones (pese a que Sabrià no explicitó este concepto) para mantener la iniciativa, de forma acordada. Un plan crítico con la "confrontación inteligente" que propugna Puigdemont y secunda Torra.

Esquerra rompió la cadencia de un debate en el que todo parecía de trámite, incluidas las críticas de una oposición que censuró la gestión de la covid, la falta de visión global de país de Torra y las constantes pullas internas en el Govern, además de poner el dedo en la llaga en insuficiencias de Catalunya en materia económica y social. 

También la CUP con su discurso anticapitalista y rupturista contra el "autonomismo" del Govern evidenció una vez más que la ansiada unidad independentista es un espejismo, a no ser que de las conversaciones que siguen vivas surja un milagro en forma de acuerdo. Una unidad a la que también Torra hizo menciones en su segunda y última intervención, en la que evitó el cuerpo a cuerpo con ERC pero a la que emplazó a ir hasta el final hacia la independencia porque él sí lo quiere hacer. "Yo confío en ustedes, en que retomaremos el hilo de la unidad estratégica para culminar el proceso hacia la independencia". Optó el 'president', tras valorar durante el almuerzo cómo responder a ERC, por el abrazo pugilístico que evita el choque y permite ganar tiempo. Pero en JxCat las palabras de Sabrià generaron un profundo malestar. Otro más.

Tras el debate, JxCat, ERC y la CUP tejieron un pacto de mínimos para salir al paso en las votaciones de este viernes, en el que critican que el TS pueda acabar con la presidencia de Torra y proclaman que "sólo la mayoría de este Parlament tiene legitimidad para otorgar o retirar la confianza al 'president'". Un texto de mínimos para un debate, también, bajo mínimos.