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Pese a todo, un día de ilusión

Que se detecten casos y se corten las vías de contacto en las escuelas, siempre que se mantenga el conjunto del sistema educativo en marcha, debería ser considerado como un éxito

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Pese a todo, este lunes fue para muchos, o debería haberlo sido, un día en el que la satisfacción superase al miedo. Después de seis meses de cerrojazo escolar, el regreso de cientos de miles de escolares catalanes a las aulas es una buena noticia. Dejarán el claustro familiar por la convivencia diaria con sus iguales, recuperarán sus actividades académicas y los que dependen de la escuela para poder afrontar un futuro con recursos que permitan superar desigualdades de origen volverán a estar en un entorno que vela por ellos.

Durante la evolución de la pandemia hemos ido aprendiendo mucho, de los aciertos y de los, demasiados, errores. Solo ahora descubriremos si, como sostiene la Administración educativa, las escuelas son un entorno más seguro y controlado que cualquier otro que no sea el confinamiento domiciliario que deberíamos evitar, o si la esperanza en que cada clase actúe como una burbuja estanca al contagio es una ilusión que cederá desde el primer día ante la realidad de la convivencia diaria. 

Catalunya tiene 5.500 escuelas. Incluso si la circulación del virus se mantiene en los niveles actuales, es inevitable que cada día el número de miembros de la comunidad educativa en cuarentena o positivos se cuente por decenas o incluso centenares. Cifras que, sin tomar en consideración las dimensiones de la población escolar y fuera de contexto, pueden llevar a reacciones de alarma entre las familias que ya han acudido con reticencias a las puertas de los centros educativos. La Conselleria d’Educació se ha comprometido a un ejercicio cotidiano de transparencia para evitar que los bulos y el alarmismo circulen sin contraste a medida que una clase deba entrar en cuarentena, o incluso en el momento en el que deban cerrar sus puertas escuelas enteras. Que esto suceda, que se detecten los casos y se corten las vías de contacto, siempre que se consiga mantener el conjunto del sistema educativo en marcha, debería ser considerado como un éxito del sistema. Pero, como recuerdan los sindicatos docentes, los recursos dispuestos distan mucho de a lo que en unas condiciones ideales se podría aspirar. Hay todavía margen de mejora, y para demostrar que los compromisos en materia de sustituciones, por ejemplo, se cumplen. Lo que ambas partes deberían evitar es la posibilidad de una huelga que empieza a planear: no solo sería la constatación de un fracaso sino también podría abrir una cisma de difícil explicación entre los distintos componentes de la comunidad escolar.