VUELTA AL COLE EN CATALUNYA

El curso empieza con 210 alumnos y 253 profesores confinados

Carlos Márquez Daniel

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En todos los hogares con hijos en edad escolar debe haberse repetirse una escena similar. Primero las prisas matinales y luego repaso del material. La medalla hecha de cartulina con el nombre escrito para el pequeño, los bocatas, la mascarilla de recambio, el gel, los permisos firmados, la cantimplora. Los más aplicados se habrán acordado incluso de tomar la temperatura. Después, antes de salir de casa o antes de entrar en el cole, una pequeña charla para repasar las normas básicas. Y para cerrar la liturgia, una vez soltada la mano, con un beso de boca tapada, cara de póker y a esperar que todo vaya bien. El curso 2020-2021, el de la incertidumbre, ha empezado este lunes con 1,6 millones de chavales que destilaban ilusión, sobre todo por volver a ver a sus amigos, al tiempo que sus padres intentaban camuflar sus dudas y los profesores sonreían por fuera y se conjuraban por dentro. Mientras los abuelos –el eterno comodín– calentan la banda y el Govern cruza los dedos confiando en que los grupos burbuja permitan contener los envites del covid-19, una medida de la que los sindicatos abjuran hasta el punto de hablar ya de huelga. Todo esto, mientras la ciencia, a partir del seguimiento de medio centenar de colegios, empieza a estudiar la vida del virus en el aula. Un laboratorio llamado escuela

"A ver cuánto duran". "En dos o tres días los tenemos en casa encerrados". Un vez entregados los niños, los corrillos de padres no eran excesivamente optimistas sobre la supervivencia presencial del nuevo curso. Quizás no hayan ayudado ciertas aglomeraciones, sobre todo en los centros educativos más grandes, donde ha quedado demostrado que el urbanismo que rodea las escuelas jamás se pensó en función de las necesidades de los niños. El pesimismo, sin embargo, no tiene por ahora una base empírica tras seis meses sin clases. Hay, a lo sumo, suposiciones viciadas por un desánimo comprensible. Porque primero se pensó que esto era como una gripe, y no, y más tarde se predijo que en verano el virus remitiría, y tampoco. Hay coincidencia en que lo único cierto es que no hay nada seguro. "Mientras se los queden un par de semanas para poder descansar, a mi ya me vale", imploraba un padre, a la salida de un cole de Barcelona. 

Primeras cuarentenas

A día de hoy, con algunas escuelas que ya empezaron a operar la semana pasada, 253 profesores y 210 alumnos de toda Catalunya (ocho grupos estables de nueve colegios de Barcelona, Rubí, Salou, Igualada, Granollers, Ripollet y Torelló) están en cuarentena. En cuanto a infectados, se contabilizan 23 estudiantes y 63 educadores. De los más de 5.500 escuelas repartidas por todo el territorio, solo dos no han podido abrir por culpa del coronavirus: una en Sant Vicenç dels Horts, con 360 niños, y otra en Montellà, con 43. En ambos casos, el positivo de maestros ha obligado a confinar al claustro. Abrirán pasado mañana, y en el caso del cole de la Cerdanya, con un 100% de profesores substitutos. Insólito. Hay un tercer centro que no abrirá, un instituto de Terrassa, pero ahí la culpa la tiene un enjambre de avispas

Los datos los ha proporcionado la secretaria general de Educació, Núria Cueva, que tiene muchos números de convertirse en la Fernando Simón de la enseñanza catalana, pues será la encargada de dispensar los datos sobre el avance o retroceso de la pandemia en las escuelas, detallando el número de grupos estables confinados, maestros afectados o centros  clausurados. Las cifras las compartirán las direcciones de los centros a través de una aplicación, y serán compartidas a la opinión pública por el Departament d’Educació. 

Doble mensaje

El 'conseller' Josep Bargalló ha abierto el curso en una escuela pública en obras situada en L’Hospitalet de Llobregat. O sea, en un centro que empieza cojeando y situado en un zona compleja de uno de los fortines socialistas del entorno de Barcelona. Mensajes gestuales a tropel que ligan con lo que ya dijo en el Parlament la semana pasada, eso de que le da igual todo menos el curso. Ayer parecía querer confirmar, con su presencia en el colegio Joquim Ruyra, que la educación trasciende a la política, y que centros educativos como este evidencian –eso sí es cosa de la politica, o de la no política– lo mucho que queda por hacer. Y por vivir. Porque tal y como admitió en presencia de la alcaldesa Núria Marín, a la que por cierto elogió, nos vienen meses de "incertidumbres". "Pasarán cosas y deberemos ir tomando decisiones", avanzó. 

"El curso escolar abre con incertezas. Pasarán cosas y nos obligarán a tomar decisiones"

Josep Bargalló

— 'Conseller' de Educació

Los que tienen intención de pasar a la acción son los sindicatos del sector de la enseñanza. Este lunes solo han dado dos horas de tregua tras la apertura de coles. A las 11 se han plantado ante la sede de Educació para lanzar una serie de reivindicaciones que, en el caso de no ser atendidas, podrían suponer una convocatoria de huelga este mismo mes de septiembre. Piden menos alumnos por clase y muchos más profesores, bajo la premisa de que los grupos burbuja no van a funcionar y que pronto van a empezar a cerrar escuelas en toda Catalunya. 

La queja, en forma de manifiesto, lleva la firma de los sindicatos Ustec-Stec, CCOO, Intersindical CSC, Sindicat de Professors de Secundària, CGT, UGT y Feusoc. Exigen al Govern que reduzca la ratio de infantil a 10 alumnos por clase, y la de primaria, secundaria y bachillerato, a 15. Reclaman también más personal docente (40.000 profesionales, mientras que la Generalitat ha anunciado 8.250) y garantizar que los trabajadores reciban material sanitario en condiciones. Sobre los grupos burbuja, Ramon Font (Ustec-Stec) fue claro en su diagnóstico: "Son una entelequia que solo existe en la cabeza de los técnicos". Lo dicho, a ver cuánto duran.