Barcelona sostenible

Hoteles abiertos a los vecinos

El sector debería promover el uso de sus instalaciones entre los habitantes de la ciudad para volver a los orígenes que dieron sentido al negocio y orientar su futuro menos dependiente del turismo

Hotel Rialto, cerrado, en Barcelona

Hotel Rialto, cerrado, en Barcelona / periodico

Carol Álvarez

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Las bebidas se servirán en la mesa. El uso de guantes y una máscara será esencial para acceder al buffet. Al llegar al hotel se tomará la temperatura corporal y se procederá a la desinfección de manos. Estas indicaciones forman parte del mensaje que uno de los escasos hoteles abiertos estos días en Barcelona remite a sus próximos clientes horas antes de que lleguen. Los botones del ascensor son el enemigo número uno, a parte del área del desayuno buffet. La sensación que desprende la batería de información no puede ser más ambigua: por un lado, garantiza seguridad; por otro, que hay muchos riesgos. El escenario más distópico cabe en un simple correo electrónico de bienvenida.  

Entrar en un hotel en pandemia puede ser una experiencia comparable a la de coger el metro: ahí queda un 1 de septiembre con la mitad de viajeros respecto a la vuelta al trabajo del año pasado. Pero prevenciones aparte, y asumiendo que el miedo es libre, el hotel debería recuperar en estos tiempos agitados el papel esencial que tenía reservado desde su invento, el que ha ido perdiendo por obra y gracia del turismo masivo. Negocio abierto para dar comodidad y prestar servicios, desde cafetería o restaurante hasta piscina o salas de conferencias, no solo dormitorio.

Los hoteles en pandemia se convirtieron en hospitales de apoyo a los enfermos leves, también a las personas en cuarentena,  pero también han servido como espacio para albergar a viajeros en tránsito o a personas sin hogar provisionalmente en situaciones de catástrofe. La reciente llegada del huracán Laura a EEUU movió a las autoridades de Louisiana y Texas a movilizar al sector hotelero para garantizar refugio a los desplazados por el efecto de la gran tormenta.

 Rastrear precios de hoteles en la ciudad estos días da nuevas pistas de sus penurias, con precios hasta un 20% más bajos de lo habitual en esta temporada. Y eso los  que han abierto. El gremio ha pedido su rescate económico, pero más allá de las inyecciones que pueda necesitar el sector como tantos otros azotados por la crisis, lo cierto es que no estaría de más un plan para recuperar el contacto con los barceloneses, tímidamente abordado con la promoción de de terrazas y algunas piscinas, o la semana de precios bajos. 

Insisten los hoteleros en buscar al turista que más gasta, pero reservar plazas a precios ventajosos todo el año para los barceloneses podría ayudarlos a reducir la dependencia del turista y a  hacerlos más sostenibles. Volver a los orígenes no sería un paso atrás para enfrentar los nuevos tiempos.