LA DOLOROSA CRÍSIS AZULGRANA

Me río del Bayern como ejemplo

El Bayern de Munich, flamante campeón de la Champions 2020.

El Bayern de Munich, flamante campeón de la Champions 2020. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Sé que parecerá una defensa del ‘establishment’ azulgrana. Una defensa más, dirán muchos. Me da igual. Soy el primero en criticar que todos, todos los que han contribuido al caos en que vive el Barça actual deberían haberse ido hace semanas. Les ha salvado la pandemia y ni así dejarán de pasar a la historia como el presidente, vicepresidente deportivo, director de fútbol y entrenadores que no supieron detectar los problemas o que, si los detectaron, fueron tan cobardes o estuvieron tan ensimismados con las victorias que se les cayó el 2020 encima y quedaron enterrados bajo los escombros de una de las peores temporadas de la historia del Barça, no solo con Josep María Bartomeu al frente sino con Leo Messi, el mejor jugador del mundo, como capitán y director de la orquesta del ‘Titanic’ azulgrana.

Pero, llegado a este punto y casi siéndome ya indiferente cómo acabe la historia de la ‘Pulga' (juro que celebraré con idéntica felicidad que se quede a cumplir su contrato, el del club, como que se vaya a reforzar al equipo de Ferran Soriano, Txiki Begiristain y Pep Guardiola), lo que sí me gustaría cuestionar es la tesis expresada por muchos de los opinólogos y tertulianos, sabios ellos (como diría mi amigo Víctor Múñoz, “muchos críticos ya están para coger un equipo”), que consideran que Leo Messi tiene derecho a irse “porque el Barça ha sido incapaz de construir, a su alrededor, un equipo para ganar la Champions”.

Mezcla de veteranos y jóvenes

Y, van, y hablan del Bayern de Munich, el campeón de campeones, mezcla, cuentan, de veteranos como Lewandowski, Müller, Neuer, Boateng, Alaba, Javi Martínez, Thiago Alcantara o Perisic y jóvenes como Kimmich, Pavard, Tolisso, Goretzka, Gnabry, Coman, Dvies y Lucas Hernández. Olé, sí señor. Esa tesis, la teoría de que el Bayern sí ha sabido hacer lo que no ha sabido hacer el Barça (o muchos otros), parece olvidar cómo estaba el equipo muniqués en noviembre y diciembre. Mucho peor que el Barça actual, muchísimo peor.

La directiva estaba hecha unos zorros. El presidente Uli Hoeness y el director Karl-Heinz Rummenigge causaban caos alrededor suyo y se vieron forzados a pactar una salida entre los dos. El equipo perdía partido tras partido, no estaba ni cerca de los puestos de Champions, despidieron a Nico Kovac, llegaron a pensar ¡lo juro! en Jose Mourinho ¿por qué?, porque pensaban que los reinos de taifas creados por los veteranos, entre ellos, Thomas Müller (¿les suena a algo?) solo podían ser disueltos con la mano dura y el desprecio de un tal ‘Mou’.

Eran los tiempos en los que periodistas bávaros que vivían el día a día del Bayern escribían cosas como “lo cierto es que el Bayern debe cambiar. Se ha permitido que el caos reine durante demasiado tiempo, y no concuerda con un club que se precia de su “ambiente familiar” y su conocido “Mia san Mia”, es decir, “Nosotros somos nosotros”.

Koeman no es Flick

Y, de pronto, colocan a un entrenador segundón (decían), sustituto (aseguraban), interino (casi lo firman), como Hans-Dieter Flick y el Bayern engancha, desde diciembre, la trayectoria más alucinante de la historia del fútbol europeo, pasando, por supuesto, por el 2-8 frente al Barça. Con los mismos jefes y jugadores se pusieron a trabajar de firme, a creer y a ser un equipo en el sentido más amplia de la palabra.

¡Ojito al dato!, no digo que eso pueda ocurrir en el Barça actual (de hecho, debería haber sucedido con Quique Setién, según tooooooodas las tesis de los ‘cruyffistas’), ni que Ronald Koeman sea el nuevo Pep o Flick; lo que digo es que esos sesudos tertulianos, opinólogos y sabios que dicen que el Bayern que arrasó en la fase final de la Champions de Portugal es el fruto de una política de relevos milimétricamente pensada, cambios, entrenadores, esquemas, ideas y decisiones tomadas por sabios y expertos exfutbolistas, simplemente mienten, nada más.

En Munich, a partir de diciembre, existe la voluntad de trabajar duro (dicen que ‘Tin Tin’ Koeman volverá a la doble sesión de mañana y tarde, esperemos que no le paren los pies las muy pluriempleadas estrellas azulgrana) y regresa la intensidad, las ganas de ganar, el hambre, el sacrificio, la complicidad…existen muchas más cosas que la sabia estrategia desde la dirección técnica (cosa que desapareció del Barça ¡por fin lo reconocen! el día que despidieron a mi amigo Andoni Zubizarreta) para rejuvenecer o mejorar una plantilla. No es fácil hacer eso y, desde luego, aún menos si desde el vestuario marcan las pautas, esto quiero, esto no quiero, frenan a los jóvenes y pelean para mantener su estatus y a sus amigos en el equipo titular.

Los demás también se equivocan

No seamos ingenuos, no defendamos o critiquemos (solo) esa tesis (casi cierta) de que el Barça ha fichado a 40 inútiles durante los últimos cinco años. El Barça ha logrado en ese periodo de tiempo los mismos éxitos (o más) que el Manchester City, Manchester United, Chelsea, Arsenal, PSG, Olympique de Lyon, Real Madrid, Atlético, Juventus, Inter, Milan…pero a ninguno de ellos se les señala como los grandes fracasados a la hora de revolucionar sus plantillas y gastar bien su dinero.

Solo Liverpool y Bayern sacan la cabeza a flote y, repito, porque ambos clubs, ambas plantillas, ambos equipos son fruto de la filosofía, empeño, ganas de triunfar, determinación, hambre, trabajo, durísimo trabajo (jamás Mohamed Salah y Robert Lewandowski han hecho más kilómetros, no para brillar, o marcar, o asistir, sino para defender, en su vida), intensidad, compromiso y dedicación de entrenadores, vivos y pasionales.

Repito, no digo (y si alguien quiere entenderlo así, allá él), que con las ‘vacas sagradas’ se pueda ser campeón de Europa, de nuevo. No digo que Ronald Koeman vaya a conseguirlo. Digo que lo que le ha pasado al Barça es lo que le ocurrió al ahora elogiado y ensalzado Bayern de Munich en diciembre. Y ahí está, convertido en el mejor ejemplo (para algunos sabios) de que el Barça ha dejado morir la excelencia y aburrir a Messi, que parece que no haya jugado ni uno solo de los partidos que antecedieron al 2-8.

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