Desde Poble Sec

Higos para desayunar

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Isabel Sucunza

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El popular código barcelonés de indicaciones acera-mar/acera-montaña salta por los aires una vez cruzado el Paral·lel para adentrarse en el Poble Sec. Aquí tenemos una montaña, sí, pero es otra: más pequeña, más rotunda y más de la gente del barrio, sobre todo este año que los monstruos de piedra y hormigón que la coronan no están invadidos de autobuses de turistas.

Un verano en el Poble Sec implica montaña y bosque, y más cuando se vive arriba del todo, tocando con el paseo de la Exposició, que en diez segundos mal contados ya lo has cruzado y estás subiendo la cuesta que primero va a parar al campo de fútbol de la Satalia y, después, a la Escola del Bosc. Subo todas las mañanas y cada mañana, a medio camino, lleno una bolsa de las que llevo en el bolsillo -destinadas en principio a recoger las cacas de Tortilla- de higos que me como para desayunar cuando llego a casa, una hora después.

Es verano; ya lo he dicho. Un verano que no invita a sentarse en las terrazas de la calle Blai. Ahora, cuando una se aleja del Paral·lel quiere seguir subiendo, buscando aire, huyendo no solo del humo de los coches. Y el aire es limpio en Montjuïc; tan limpio que, cuando llueve, huele a lluvia, no a desagüe.

Los higos que decía, me los disputo con un señor que, aunque no lo sabe, me va ganando de largo: concretamente del largo del palo que se ha fabricado con juncos, que debe de haber cogido ahí mismo, para llegar a los más altos. Cada mañana sé si ha pasado ya o no dependiendo de dónde veo el palo tirado. Solo hemos coincidido un día. Cuando lo vi sacudiendo las ramas, llamé a Tortilla y me agaché para coger cualquier cosa que lanzarle para que la fuera a buscar. Mientras el perro y yo jugábamos, él siguió a la suya. Cuando finalmente nos fuimos, él seguía dándole. Aquel día desayuné una tostada mientras le prometía mentalmente a aquel señor que cogería solo los higos que él me dejara al alcance de la mano: el palo es suyo, pero la higuera no.

Mal negocio. Suerte que de camino a casa hay una buena panadería.