IDEAS

Los tatuajes profundos de Pau Donés

No sé cómo hay que gestionar un cáncer, pero este hombre lo hizo con un optimismo y con una entereza ejemplares

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PAU ARENÓS

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Fue el propio Pau Donés el que propuso desnudarse, y en más de un sentido, para la sesión de fotos con la revista 'Dominical', que hizo Ferran Sendra a finales del 2015 y en las que intervino la periodista Núria Martorell como imprescindible negociadora. Las crudas –y a la vez hermosas– imágenes en blanco y negro parecen dibujadas con la violencia del grafito.

Pau mostró un cuerpo repleto de tatuajes y con las recientes cicatrices del paso por el quirófano. Eran alteraciones en la piel: unas voluntarias; las otras forzosas. Todas contaban, de algún modo, su vida. Las heridas del bisturí aparecían como los tatuajes más simples y los más complejos. Los profundos.

La severidad de las fotografías contrastaba con el estado de ánimo del músico. Lo entrevisté pensando que se iba a morir y él mostró una vitalidad desafiante. El pronóstico era malo. Su cáncer, raro. Ya en la última pregunta tuvo una respuesta profética, aunque entonces prometía esperanza. ¿Cuánto podía vivir?, se interrogó a sí mismo en ese conversación compartida con la oncóloga Elena Élez. «Si miramos la estadística de antes de la medicina molecular, cinco o seis años. Con lo que hacen ahora, cinco, seis años o toda la vida». Han pasado cinco años. Este 2020 es una mierda.

Hubo muchas intimidades. Alguna de una incómoda funcionalidad, como que llevaba faja para proteger la agredida anatomía. Otra fue de alto impacto en una charla emocionalmente agotadora: me dijo que su madre se había suicidado. «Perdí a mi madre a los 16 años, y el cáncer, al lado de eso, es un resfriado». Al día siguiente, pidió que suprimiera la revelación, cosa que hice. Años después lo contó en un libro autobiográfico. 

El último mensaje que intercambiamos fue en noviembre. Lo invité a la presentación de una novela. Respondió a su modo: «Estic vivint a Kalifornis, Pau. Abraxada». De Kalifornis a la Vall d’Aran. «Soy de montaña», decía.

No sé cómo hay que gestionar un cáncer, pero este hombre lo hizo con un optimismo y con una entereza ejemplares.

'Abraxada', Pau. 

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