LA CLAVE
El grave daño a la escuela
Ninguna administración ha considerado la educación como un servicio esencial durante el confinamiento
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
Joan Cañete Bayle
La escuela es una de las graves damnificadas de la crisis del covid-19. Lo de menos es que el curso acabó en marzo. Lo grave, lo dañino, es el discurso que las autoridades (en Madrid y Barcelona) y sus decisiones han transmitido a la ciudadanía. Ninguna administración ha considerado la educación como un servicio esencial. Es un pilar del Estado del bienestar del que se puede prescindir durante un trimestre entero, aumentando la brecha entre la escuela privada y la pública, entre las familias con más medios (y, por tanto, con más capacidad para teletrabajar y cuidar/educar a niños en confinamiento) y las de menos. No se ha planteado una inversión excepcional, ocupar otros espacios, contratar a más profesores, hacer todos los esfuerzos necesarios y más para acabar el curso de verdad, no este autoengaño de terminar la evaluación 'on line' a base de deberes y encuentros en Zoom.
Desde las administraciones se ha avalado la idea de la escuela como aparcaniños, cuya función si no primordial sí muy importante es permitir que los padres puedan ir a trabajar. También se ha desdeñado la importancia del grupo, básico en los nuevos modelos pedagógicos que se plantean la educación no como una mera absorción de conocimientos, sino como un desarrollo de capacidades. Se han entronizado los deberes, el trabajo en casa y las clases magistrales en 'streaming' como sinónimo de educación 'on line', desdeñando los proyectos, el trabajo en equipo, el desarrollo de las inteligencias múltiples. El patio ha pasado a ser visto como un espacio superfluo, un peligro, y el comedor, un riesgo, cuando de ese menú (becado) depende la nutrición de miles de niños.
¿Es posible que alguien conciba que en otoño la sanidad, los bomberos y la policía no se refuercen ante el coronavirus? No, porque son servicios esenciales. En cambio, ya se nos advierten de un curso parcialmente 'on line'. Es decir: recortado, individualista, desigual, tradicionalista.
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