Niños, bulos, hipocresía y coronavirus

zentauroepp17570417 badalona 15 11 2011   centro de acogida de menores crae mari200325171711

zentauroepp17570417 badalona 15 11 2011 centro de acogida de menores crae mari200325171711 / periodico

Lucía Etxebarria

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Los niños son supercontagiadores. Es decir, personas con una enfermedad o virus que se lo contagian a más personas de lo estimado, y a más velocidad. Los niños pueden presentar síntomas de coronavirus, pero solo si son grupos de riesgo o inmunodeprimidos (con cardiopatías, cáncer infantil, diabetes, trasplantados, etc.). Lo normal es que sean asintomáticos: no presentan síntomas, o muy leves (unas pocas décimas y algo de tos). ¡Pero son portadores!, ¡transmiten el virus! A todo adulto que se acerque a ellos o les toque. 

Los niños tienen un supersistema inmunológico que se defiende de cualquier virus o bacteria no identificada. Por eso un niño puede comer tierra, besar al perro o incluso comer caca sin enfermar. Y así, los niños crean un 'banco de datos' que usarán cuando sean adultos. Los adultos, sin embargo, nos defendemos de los virus y bacterias identificados en ese 'banco de datos'. No sabemos defendernos de una cepa nueva, como el coronavirus, que no  habíamos clasificado en nuestro 'banco de datos' cuando éramos niños

Es decir, a no ser que usted baje al niño –provisto de guantes y mascarilla– atado de la correa, como un perro, a dar un paseo muy corto, y con la total seguridad de que no se tocará la mascarilla y de que nadie se le acercará… el niño supercontagiará.

"Algunos psicópatas usan como máscara
social la de honrado padre de familia"

Los perros, sin embargo, ni portan ni contagian.

Agradecería pues a quienes se les llena la boca hablando de 'adultocentrismo' que no difundieran bulos que solo crean crispación. Y hablo de dos periodistas muy famosos, pero no solo de ellos.

Dos blogueros (casados) que se dedican a vender cursos para mamás (sin tener título alguno que les avale) contaron en sus redes sociales que dos de sus hijas estaban enfermas. Una de las niñas es hija de él, pero no de ella. El padre, en un concurrido grupo de WhatsApp, difundió que su hija tenía coronavirus. Cuando la madre de la niña, profesional sanitario, se presentó aterrorizada para recogerla, acompañada de la Guardia Civil, descubrió con sorpresa que todo era falso: la niña no tenía siquiera una gripe.

Otro famoso tuitero insistía en que conocía de primera mano a una niña positiva de coronavirus en Andalucía. Si no era una niña deprimida, era imposible: no se les hacen test a niños no inmunodeprimidos. También resultó un bulo.

Hay quien difunde los bulos por mera ignorancia y hay quien, como el matrimonio de blogueros vendecursos, lo hace para atraer gente a sus redes, en un momento en el que la venta 'online' se está disparando.

"Sorprende que blogueros y tuiteros aplaudan a sus hijos por lo bien que se portan y no mencionen jamás a los niños de centros de acogida" 

El sensacionalismo vende. Es tan peligroso como el virus y se expande con mayor rapidez.

Y es que psicópatas hay muchos en nuestra sociedad, y no todos matan a jovencitas. Para ser psicópata basta con no tener empatía, y algunos psicópatas usan como máscara social la de honrado padre de familia.

Lo que más me sorprende es que estos periodistas, blogueros, tuiteros, no hayan mencionado jamás a los cientos de trabajadores y niños de centros de acogida. Que aplaudan a sus hijos o alumnos por lo bien que se comportan en tiempos de reclusión y que no tengan palabras para niños que viven recluidos siempre. Niños que antes tenían muy difícil ver a sus padres, pero que ahora no los ven. No los ven, sin más. 

Todos y cada uno de los que forman parte de los centros de acogida merecen nuestro aplauso: los niños, por su aguante ante tanta adversidad; los trabajadores porque se juegan la vida intentando sanar el alma de estos niños. Niños solos, tristes, que no siempre vienen de terceros países. Pero que, vengan de terceros países o no, siempre son estigmatizados por vivir en centros de acogida.

Un aplauso y mi amor para ellos.