La lucha contra la pandemia

Tras los errores, unidad contra el virus

'Guerra' es palabra gruesa pero adecuada para describir lo que está ocurriendo y para que cada ciudadano se sienta dueño de su comportamiento y perciba que forma parte de una actuación colectiva

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Andreu Claret

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Todos nos hemos equivocado. Los gobiernos, los periodistas y también los ciudadanos. Se equivocaron los chinos, al principio, cuando tardaron en tomar medidas en Wuhan aunque subsanaron el error con una prodigiosa reacción del Estado y de la sociedad y ganando una batalla asombrosa. Creo que Italia también tardó en reaccionar, aunque ahora está dando otra lección de cómo abordar esta lucha, con una dedicación heroica de sus sanitarios y una unidad que envidio. También tardaron en reaccionar nuestras administraciones. Y también me equivoqué yo al contraponer las dificultades de Italia con la actuación en Catalunya y en España, que creí más efectiva. Pedí excusas porque no había advertido que el virus tiene, en todas partes, el mismo comportamiento explosivo. Hoy estamos donde estaba Italia hace un par de semanas y puede que nuestra curva de contagios alcance la suya, o incluso la supere en porcentaje.

No es tiempo de recriminaciones, es hora de otra cosa. De que cada uno de nosotros aporte su contribución personal a la guerra contra el virus. 'Guerra' es palabra gruesa pero adecuada para describir lo que está ocurriendo y para que cada ciudadano se sienta dueño de su comportamiento y perciba que forma parte de una actuación colectiva. Solo así se conseguirá afrontar una batalla que va para largo. Mucho más de los 15 días iniciales, que nadie se engañe. Los primeros virus aparecieron en Wuhan, a finales de noviembre, e hicieron falta más de tres meses de una actuación excepcional, difícilmente repetible en nuestras sociedades, para vencer al enemigo.

Medidas enérgicas, progresivas y articuladas

Esto va de meses, y es la razón por la cual creo que las medidas deben ser tan enérgicas como progresivas. Y sobre todo articuladas, esto es, combinando la actuación sanitaria de las administraciones con medidas económicas sin las cuales también podría colapsar la sociedad, y los más débiles soportarían todo el peso de la lucha contra el coronavirus. Sin esta perspectiva, el remedio podría llegar a ser peor que la enfermedad. ¿Que las autoridades pueden equivocarse? Por supuesto. Nadie tiene la pócima mágica para hacer frente a esta situación. Sabemos que conviene aislarse, quedarse en casa, mantener la distancia con otras personas (¡incluso en casa!).

Confinamiento es la palabra, ciertamente, pero este blindaje individual tiene que ser socialmente sostenible, para que no sea solo el de los más favorecidos, para que la sociedad no deje de funcionar. No es fácil. El Gobierno del Estado, que ha tomado las riendas de la lucha contra el virus, en colaboración con las autonomías, se puede equivocar. En más o en menos. Pero así es la guerra, donde las decisiones que se adoptan solo son eficaces si, además de ser acertadas, van acompañadas de un apoyo sin fallas. Si actuamos unidos. Aunque luego haya que modificar la estrategia, si no se consigue avanzar.

Durante un tiempo finito

No estoy diciendo con esto que no se pueda y no se deba discrepar. El símil de la guerra termina donde empieza el de la democracia y esta lucha contra el virus no debería ponerla en entredicho más allá de lo necesario, y durante un tiempo finito. Es el momento de recordar que las grandes batallas del siglo XX las ganó, al final, la democracia. Por lo tanto, cuando el presidente del Gobierno convoca a los presidentes autonómicos a una videoconferencia simultánea, discrepen todo lo que haga falta, a puerta cerrada, pero luego hagan, todos, insisto, todos, los presidentes autonómicos y el del Gobierno, el esfuerzo necesario para aparecer en televisión como un bloque. De lo contrario, la carcajada del covid-19 retumbará en nuestras calles vacías como un alarido siniestro.

Todos nos hemos equivocado. Todos hemos menospreciado el peligro cuando China nos advertía de una amenaza muy seria. Los medios de comunicación también. Ya habrá tiempo de volver a ello cuando hayamos vencido al coronavirus y la curva de contagios y fallecimientos empiecen a bajar. Al final, 'tutto andrá bene,' como dicen los italianos. Pero la pandemia es, por naturaleza, planetaria, y el mundo tardará meses, puede que más, en recuperarse. Quienes la sufren desde países sin recursos, o desde campos de refugiados, necesitaran nuestro apoyo. No se puede ganar la guerra en Catalunya sin ganarla en España, ni se puede afrontar el reto en España sin resolverlo, con decisión, en Europa. Y al final, en el mundo entero, si no queremos renunciar al progreso. Esta es la gran lección de este maldito virus. No muy distinta del reto que nos plantea la crisis climática: el de cómo dar respuesta a los desafíos globales.