Dos miradas

El rock de Puigdemont

Es indudable la lealtad de sus fieles. Pero, también, la desconfianza que genera en las mentes más racionales. La intensidad no es del gusto de todos

Miles de participantes en el acto del Consell per la República en Perpinyà

Miles de participantes en el acto del Consell per la República en Perpinyà, este sábado. / periodico

Emma Riverola

Emma Riverola

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Tuvo algo de concierto de los Beatles o de visita papal o de gran evento deportivo. Es innegable, Puigdemont se ha convertido en algo más que el alcalde mediocre o el político que llegó de rebote a la Generalitat o el presidente que no supo imponer su decisión inicial de convocar elecciones. Por voluntad o por oportunidad, Puigdemont es mucho más. Es el héroe capaz de atraer a miles de personas a Perpinyà. Un icono. Una marca. Mueve ilusiones y voluntades. Hasta su peculiar flequillo se ha elevado a la categoría de símbolo. Con todo lo bueno, pero también con lo malo. Es indudable la lealtad de sus fieles. Pero, también, la desconfianza que genera en las mentes más racionales. La intensidad no es del gusto de todos. 

El PDECat tiene mal futuro a corto plazo si se desvincula de Puigdemont. También sus satélites. La sombra de Waterloo es demasiado alargada para que germine un nuevo relato y un nuevo liderazgo. La opción de ERC puede llegar a imponerse. Siempre que encuentre el equilibrio entre el pragmatismo y la emoción. Junqueras también tiene algo mesiánico pero, estos días, triunfa el rock.