Al contrataque

Negocios y negocietes del Mobile

Está muy bien que nuestras autoridades inventen sucedáneos del congreso que no se celebrará, pero ahora tienen la oportunidad de abrir serenamente el debate sobre los excesos del sector negocios

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Antonio Franco

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Tienen algo de admirable y patético los esfuerzos por organizar cualquier cosa, la que sea, para paliar lo que se ha perdido por la <strong>cancelación del Mobile</strong>. En nuestra sociedad civil y en algunos niveles de determinadas administraciones hay gente con ideas, ánimos y capacidad de trabajo para improvisar rápidamente siglas y parches. Buscan reducir algo la factura de lo que se perderá por un lado y se dejará de ganar por otro, dos cosas que son distintas. Hay personas que iban a trabajar, no lo harán y no serán remuneradas; perderán una expectativa de prestar esfuerzos y recibir ingresos. Otras, en cambio, habían efectuado desembolsos previos y contrataciones: lo suyo ya serán pérdidas objetivas y contables. Por eso es tan delicada la cuestión de las indemnizaciones.

En cuanto se produjo la cancelación afloraron fallos e imprevisiones en el terreno de los seguros. Además se inició una polémica filosófica acerca de si una oleada de miedo o unas estrategias empresariales masivas para castigar y aislar a la competencia son o no una 'fuerza mayor' en el sentido en el que figura en las pólizas, una vez se demostró que la suspensión no se debía a la 'fuerza mayor' objetiva de un nivel peligroso de riesgo en Barcelona por el coronavirus. Entonces, al hablar sobre las indemnizaciones, detectamos otra oleada de temor: el que tenían nuestras instituciones representativas, volcadas en efectuar juegos de manos para que la empresa organizadora del Mobile no se disgustase con ellas y con Barcelona por verse obligada a cubrir los gastos que razonablemente debe pagar por su decisión de cancelar el certamen. Es otra historia para reflexionar. Constituye la enésima prueba de que los políticos a veces, si quieren, saben aliarse por encima de las diferencias partidistas. En esta ocasión han ido todos a una para proteger algo abstracto: la continuidad -incierta, por otra parte- del Mobile, antes que aclarar cómo van a ser atendidos los ciudadanos que merecen ser indemnizados por lo de este año.

Está muy bien que nuestras autoridades inventen sucedáneos del Mobile que no se celebrará. Pero con la misma urgencia deben entrar en cuestiones delicadas que surgen y afectan a los intereses y la imagen de Barcelona. Cuando, por ejemplo, los hoteleros aluden al "lucro cesante" por la cancelación deben aclarar si se refieren al precio normal de las habitaciones o a los precios desbocados que en algunos casos aplicaban para esos días. Y lo mismo ocurre con los restaurantes, espectáculos, medios de transporte y otros servicios que proyectaban hacer su agosto en este febrero. Se deben trazar de nuevo las reglas de juego. Ya sé que hay muchos defensores de la libertad sin cortapisas, pero nuestras autoridades tienen ahora la oportunidad de abrir serenamente el debate sobre los excesos del sector negocios, esos que convierten a Barcelona en una ciudad cada vez más poco seria.