¿De quién son los hijos?

La extrema derecha española es, simplmente, un club de fans de Trump

Isabel Celaá, María Jesús Montero e Irene Montero, en la rueda de prensa del Consejo de Ministros.

Isabel Celaá, María Jesús Montero e Irene Montero, en la rueda de prensa del Consejo de Ministros. / periodico

Albert Sáez

Albert Sáez

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Interesante debate a raíz del mal llamado “pin parental” (los de Vox son antiguos hasta en las metáforas porque ahora los permisos digitales ya son táctiles o faciales). La extrema derecha se lanza a la yugular de la ministra de Educación por decir que los hijos no pertenecen a los padres. Y la réplica del Gobierno presuntamente rojo y separatista llega con una cita de… el papa Francisco. ¡Vaya lío! que diría Rajoy. A los de Vox, a los del PP y a muchos de Ciudadanos hay que enviarlos a primer curso de Modernidad. ¿Les suena la palabra emancipación? Pues eso. Los hombres y las mujeres nacemos libres e iguales (¿Verdad Cayetana?). No somos propiedad de nadie. Ni de la familia, ni del Estado. Somos propiedad de nosotros mismos. Lean la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la de los Derechos de la Infancia. ¡Vaya debate! Estamos ante una moda lanzada por los terraplanistas norteamericanos que los ultras españoles han adaptado al Spain is diferent, simplemente para esconder su homofobia innata. El machismo, en sus múltiples facetas, es la principal fuente de votos de Vox. Y el PP lo sabe. Por eso se olvida de su propia evolución. A este paso, Casado convocará un congreso extraordinario para recuperar el nombre de Alianza Popular y fusionarse con Vox y Ciudadanos.

Los terraplanistas, les eximen de ir a la escuela porque la consideran un nido de “corrupción” de la pureza surgida de la estirpe y de la raza, como le gustaba decir a Platón. Pero la versión hispánica quiere que, con dinero público, de todos, se les explique a los hijos lo que los padres y las madres quieren. O sea que la Tierra sigue siendo plana como cuando lo imponía la Inquisición. Y luego se llaman liberales. No es más que fundamentalismo cristiano como oposición a otros fundamentalismos. Suerte que el Papa actual no está por la labor. Les buscamos muchas razones y sinrazones, pero esta derecha hispánica es simplemente un club de fans de Trump. Pero con peor estilo si cabe.