Opinión | Análisis

Jordi Puntí

Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.

JORDI PUNTÍ

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Una victoria melancólica

Las seis copas conseguidas en el 2009 sobre el camp nou en el decimo aniversario   durante el  partido de liga entre el FC Barcelona (Barca) y Alaves

Las seis copas conseguidas en el 2009 sobre el camp nou en el decimo aniversario durante el partido de liga entre el FC Barcelona (Barca) y Alaves / periodico

Un suave velo de melancolía, apreciable quizá solo para los más sensibles, recubrió el pasado sábado la victoria del FC Barcelona frente al Alavés. El momento de máxima afección llegó precisamente con el gol de Messi que cancelaba las dudas sobre el resultado. Su forma de decidir el partido, haciendo pasar el balón entre cinco rivales para sacarse un chut imparable, puso fin a la amenaza de sufrimiento que había despertado el 2-1 en los aficionados culés, y abrió la puerta de la goleada final. De hecho, esta temporada da la impresión de que el Barça ha marcado más goles para dejar de sufrir que no para disfrutar, y es en este dejarse llevar por el destino, sin llegar a dominar el partido, donde reside el espíritu un poco taciturno del equipo, quizá nostálgico.

La tarde empezó con el homenaje del club al sexteto conseguido diez años atrás, cuando era Guardiola quien dirigía al Barça y las goleadas a los rivales se interpretaban como una forma de respeto. Vimos a algunos jugadores ya retirados —Puyol, Milito, Keita— junto a los supervivientes de esa temporada prodigiosa, con Messi, Busquets y Piqué al frente. Entre otros faltaban Xavi e Iniesta, los dos jugadores que más hicieron para consolidar ese estilo que hizo confesar a Sir Alex Ferguson su admiración por «el mejor equipo que he visto».

El error es pensar que ese equipo del sexteto era único y no una continuidad que ya venía de antes

Una década debería ser suficiente para dejar de vivir del pasado, pero me temo que eso no ocurrirá mientras sigan jugando los que hicieron posible ese milagro. La nostalgia acecha, y ahí está Busquets todavía, por suerte, imponiendo su dominio en el centro del campo, como un resistente y quién sabe si buscando, por puro instinto, la sombra de Xavi e Iniesta. Así, el Barça actual, en plena transición, tiene dos posibilidades de mirar al futuro: intentar replicar obsesivamente ese equipo, pieza por pieza, tal como hacía James Stewart con Kim Novak en la película 'Vértigo', de Hitchcock, o bien fijarse en esa Edad de Oro como inspiración.

Cuando llegó Arthur, hace año y medio, muchos nos dijimos que era perfecto porque tocaba el balón como Xavi. Parecía que en Brasil lo habían modelado al detalle. Otros quisieron ver en De Jong una réplica del propio Busquets, y en tardes de vino y rosas incluso nos atrevemos a creer que Riqui Puig está llamado a ser el sustituto de Iniesta. Sin embargo, parece evidente que la segunda opción es más sensata, si uno no quiere convertirse en un 'friqui' de película de terror.

En realidad, el error es pensar que ese equipo era único, y no una continuidad que ya venía de antes, de la época Cruyff. Si acaso podemos verlo como una versión mejorada, adaptada al fútbol de su momento. No sé si Valverde piensa en su equipo actual como una nueva variación de ese equipo del sexteto. Quizá sí de un modo teórico, pero en las tardes melancólicas de diciembre uno tiene la impresión de que ese fútbol le queda lejos. Y sin embargo, si queremos celebrar algo en el 2020, todos sabemos que el éxito pasa por entender que formamos parte de una tradición. Fue la creencia en un estilo lo que hizo grandes a esos jugadores, y no al revés.