análisis
No fue una lección de fútbol, pero se vio luz
Albert Guasch
Periodista
Albert Guasch
No fue una lección de fútbol, no fue un partido redondo, pero el Barça venía de tan abajo que con un par de presiones efectivas, dos carreras coordinadas y algún amago de ocasión, a la grada del Camp Nou enseguida le pareció ver algo distinto, y se iluminó. No importaba que no se le hubieran ni visto los guantes al portero alemán. Vinieron después los tres goles, Messi se auto homenajeó en su partido 700 con la camiseta azulgrana con una actuación muy inspirada y la opresión en el pecho barcelonista se aligeró.
El equipo de Valverde, con todas sus remarcadas intermitencias, ofreció a ratos una actuación entretenida. Estupendo. Al fin algo de luz en el túnel futbolístico en que se le había detenido el motor en las últimas semanas. A nadie le pareció conveniente quejarse, pese a la blanda segunda parte. Paso a paso. Por algún sitio se empieza a salir de la crisis de juego.
Messi ha sido y siempre será el mejor antídoto contra los bostezos y contra los problemas. El cinco veces ganador del balón de oro, seis si se lo vuelven a dar el lunes, jugó con la adrenalina que insufla la Champions y, aparte de tirar del equipo, ayudó a Griezmann a sentirse mejor consigo mismo. Messi puede hacer todo eso y más.
El regalito de Messi
Para el francés la noche empezó mal, apeado al banquillo, y terminó mejorada. Un gol es oxígeno dada su situación actual, incapaz aún de encontrar su lugar en este mundo barcelonista. La flojera muscular de Dembélé le dio la oportunidad de salir ya en la primera parte, no corroerse entre pensamientos negativos por su suplencia y aprovechar uno de los dos regalitos que le hizo el argentino.
Valverde parece dar vueltas a la alineación en busca de la combinación ganadora, como una Bonoloto
Con la alineación, dio la sensación de que Valverde sigue dándole vueltas en busca de la combinación ganadora, como una Bonoloto. A ver si toca. Y ayer tocó. Buenas noticias para Rakitic, que reapareció en el once titular después de una eternidad y el equipo experimentó esa mejoría que puede beneficiarle más que a nadie. Igual se le acaba sacando del mercado invernal. Cosas más raras se han visto.
Valverde pareció ser leal –la palabra del día– al modelo de la temporada pasada, el que le mantuvo competitivo hasta la debacle de Liverpool. La inclusión del croata, la presión para recuperar arriba, un balón que corrió sin cadenas, la asociación cómplice de Messi y Suárez… Todo eso funcionó en la primera parte, menos en la segunda.
En la primera el Dortmund evidenció que atraviesa una crisis de caballo. Atrás pareció una calamidad. Su salida de balón resultó torpe, flácida, y facilitó el segundo gol azulgrana. En la segunda, en cambio, puso en aprietos a los azulgranas, protegidos por un Ter Stegen que siempre sobresale. Pero las sensaciones en general fueron felices y se acabó primero de grupo. Hay que quedarse con eso hoy
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