Opinión exprés

Gana el bloque de izquierdas en España

España, en contra del ruido de unos y otros, no es de extrema derecha. Eso sí, el PSOE ha fracasado en su objetivo de lograr una mayoría más amplia

Pedro Sánchez deposita su voto en las elecciones del 10-N

Pedro Sánchez deposita su voto en las elecciones del 10-N / periodico

Joan Cañete Bayle

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El ruido es mal consejero para la reflexión. La brutal y preocupante ascensión de Vox atrona en la noche electoral del 10-N. Hay motivos sobrados para la preocupación. La versión española del auge mundial del populismo de extrema derecha tiene componentes trumpianos (demagogia, la antipolítica, machismo, racismo, recurso constante a la mentira, desprecio a valores democráticos como la libertad  de prensa); europeos (el rechazo a la inmigración, su capacidad de  seducir a capas de trabajadores que se sienten abandonado por el sistema y por la izquierda, el antieuropeísmo), y puramente españoles (esa versión siglo XXI del falangismo, el feroz nacionalismo español, la guerra cultural sin cuartel a la izquierda, rescatando las dos Españas, la reivindicación del franquismo). Todo ello es muy preocupante. No cabe minusvalorarlo, sino combatirlo. También es necesario estudiar por qué ha sucedido, y señalar sin ambages a quienes han blanqueado a la ultraderecha en las instituciones y en los medios de comunicación. El único acto democrático que se puede hacer con la ultraderecha es construir un cinturón sanitario sin remilgos ni complejos.

Pero siendo cierto y preocupante el auge de la ultraderecha, no es ni el único ni el principal titular de la noche electoral. En una campaña marcada por la crisis catalana, tras la sentencia del Tribunal Supremo (TS) a los líderes del ‘procés’ y los disturbios en Barcelona, y después del fracaso de las negociaciones de la izquierda tras el 28-A, la izquierda ha vuelto a ganar las elecciones. En un ambiente altamente polarizado, dinamitado el bipartidismo, y en un contexto altamente emocional, España ha vuelto a votar por la izquierda. Es cierto que el discurso de Pedro Sánchez para el 10-N ha sido menos de izquierdas que el del 28-A, pero aun así el electorado le ha vuelto a dar la victoria. Unidas Podemos baja un puñado de escaños, pero queda muy lejos de un desplome como se le llegó a vaticinar. El único desplome de la noche es el de Ciudadanos, digno de estudio para los politólogos y razón principal del auge de Vox.

España, en contra del ruido de unos y otros, no es de extrema derecha. Ha votado, de nuevo, por el centro izquierda. Y eso implica una postura política en economía, en políticas sociales, en igualdad, en derechos y libertades y también en política territorial.

Eso sí, el PSOE ha fracasado en su objetivo de lograr una mayoría más amplia. A no ser que Sánchez (y Pablo Casado) se líen a la cabeza la manta de la gran coalición, la única salida es la misma que la del 28-A: un acuerdo de izquierdas con apoyo de partidos nacionalistas catalanes y vascos, más allá de cuáles sean las fórmulas.  No será sencillo. A Casado, Vox le pondrá muy difícil ejercicios de responsabilidad, en la investidura y en el resto de la legislatura. Cualquier apoyo del PP al PSOE abriría la puerta a que Vox se autoproclame líder de la oposición. En Catalunya, la entrada de la CUP hará que sea mucho más difícil un papel moderado de ERC.