El contrataque
Antisistema sistémicos
No me digan que no es original la situación: un 'molt honorable' antisistema que se sienta entre los manifestantes mientras le pide a su propia policía que saque la porra
Najat El Hachmi
Escritora
Najat El Hachmi
A estas alturas no sé si queda alguien que no haya pedido la dimisión de Miquel Buch. El único que falta por hacerlo es el mismo Miquel Buch. Algo que no me extrañaría nada, la verdad, en los tiempos esperpénticos de disonancia cognitiva que corren. Al fin y al cabo, al de Premià de Mar ya le han pedido que se vaya miembros del otro partido con el que gobierna, miembros de su propio partido e incluso quien es su jefe directo, el mismísimo 'president' de la Generalitat.
Comprensible es que no lo quieran los manifestantes, sobre todo los que han recibido, la ANC, que ya considera a los Mossos un instrumento de represión del Estado español (qué lejos quedan los tiempos en que se hacían camisetas con frases del jefe de la Policía catalana) o las madres y abuelas que salieron a pedir la libertad de los detenidos por los disturbios de la semana pasada, pero lo raro es que sean miembros del Govern, personas que están del lado del poder, quienes critiquen públicamente parte de la acción de Govern como si se tratara de un miembro completamente ajeno, desprendido del cuerpo institucional del que todos forman parte.
No me digan que no es original la situación: un 'molt honorable' antisistema que se sienta entre los manifestantes mientras le pide a su propia policía que saque la porra. Externalización de la parte más fea del ejercicio del poder por la vía de responsabilizar a los trabajadores, los MossosMossos, del uso de la fuerza que en realidad dirige el propio Govern. Un juego macabro y una degradación en toda regla de las instituciones.
Postulados fascistas
Pero son tiempos en los que vamos normalizando conductas que no tienen ni pies ni cabeza. Los antisistema, los que quieren derribar principios fundamentales de la democracia, aparecen en 'prime time' con toda la naturalidad del mundo. Santiago Abascal, que no solo no oculta sus intenciones de acabar con elementos recogidos en la Constitución española, sino que las lleva descritas y detalladas en su programa electoral, batió récords de audiencia con su aparición en 'El hormiguero'. Que sea un peligro evidente para el sistema en el que participa no le ha comportado, ni de lejos, la marginación en los medios. Al contrario: sus postulados fascistas le fueron recompensados con millones de espectadores que lo escucharon atentamente.
Como escucharon quienes vieron 'La Sexta Noche' al nieto de Franco. Otro antisistema que empezó por negar la existencia del franquismo. Y se quedó tan ancho. Se meó encima de los españoles, de la memoria histórica y de las víctimas y se quedó tan tranquilo, con el presentador escuchándolo atentamente. Sorprendido pero atento. Qué pena que Hitler no dejara descendencia. En Alemania seguro que no se les daría voz, pero aquí les pondrían la alfombra roja de la hora de máxima audiencia.
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