REACCIONES A LA SENTENCIA DEL 'PROCÉS'
Solos ante el espejo
Más peligroso, si cabe, son las medias condenas y los discursos empáticos con los que arrojan su frustración en forma de adoquines
Anna Cristeto
Periodista.
Anna Cristeto
Hace justo una semana que se hizo pública la sentencia del 'procés' y, de inmediato, la indignación se adueñó de las calles. La esperada respuesta al fallo, que institucionalmente quedó solo en palabras, llevó el viernes a cientos de miles de personas a Barcelona, tras tres días de marcha. Para entonces, la espectacularidad de su protesta languidecía ante las noches de fuego y barricadas vividas en varias ciudades, aunque ha sido la capital catalana la que se ha llevado la peor parte.
Según el 'conseller' de Interior, Miquel Buch, los responsables de este caos son jóvenes radicales, organizados y especialmente violentos, aunque evitó referirse a ellos como independentistas. El 'president' Quim Torra, tras su silencio de las primeras noches, hizo en TV-3 malabarismos con la palabra “infiltrados”. Carecía de datos que avalaran esa tesis, por lo que se limitó a describirlos como “gente nueva”.
Tarde y mal
Las hogueras y los destrozos se convirtieron en parte del decorado nocturno. Una verdadera crisis de orden público que, como un espejo, refleja la naturaleza política de algunos. Torra no condenó la violencia cuando ardió el primer 'container', pero mostró expresamente su gratitud a las miles de personas que trataron de colapsar el aeropuerto. El primer día se escudó en la fórmula “no nos representan” y, cuando compareció el miércoles a altas horas, en otra noche de altercados, lo hizo tarde y mal. Entonces sí condenó -a regañadientes- la violencia “venga de donde venga”, sin mencionar a los CDR, convocantes de algunas de las concentraciones.
La interpretación de Albert Rivera de esta semana de disturbios corresponde a un espejo que también deforma la realidad. Ha comparado Barcelona con Bagdad o Alepo, donde han muerto cientos de miles de personas. Reclama un 155 permanente, aunque la coordinación entre Mossos y Policía Nacional funciona sin trabas políticas.
La extrema violencia de algunos radicales ha sorprendido a la policía, aunque al mismo tiempo algunas de sus actuaciones han recibido críticas tan o más severas que las vertidas sobre los que destrozan la ciudad. La alcaldesa Ada Colau rechazó toda forma de violencia desde el primer día, pero su partido, BComú, considera que la brutalidad policial es la principal gasolina del conflicto.
Quedará en la retina
Lo ocurrido en estos siete días quedará en la retina de muchos. Hay quien ha renunciado a toda forma de política y opta por tomar el atajo de la violencia, un camino sin salida. Más peligroso, si cabe, son las medias condenas y los discursos empáticos con los que arrojan su frustración en forma de adoquines. Este domingo, Torra intentó por segunda vez contactar con Pedro Sánchez para tratar la situación y reiterar su petición de diálogo. El presidente en funciones no atendió las llamadas y le exigió una condena sin matices de la violencia callejera. Parece imposible que sea ahora cuando vaya a iniciarse un diálogo, a tres semanas de las generales y con la anunciada apuesta por un nuevo referéndum en Catalunya, enésima ocurrencia de un 'president' que no tiene el respaldo de su propio Govern.
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