Torra condena la ola violenta pero evita señalar a los CDR

50435609 60

50435609 60 / periodico

D. G. Sastre / F. Masreal / X. Barrena / G. Sànchez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Tres días de tensión en la calle y dos noches de violentas batallas campales por el centro de Barcelona han tenido que vivirse tras la sentencia del ‘procés’ para que el presidente de la Generalitat, Quim Torra, condenase sin titubeos ni circunloquios una escalada de disturbios sin precedentes en Catalunya.

Con nocturnidad, pasada la medianoche y después de que la ola de violencia llegase recrudecida a la misma puerta de la Conselleria d’Interior, el jefe del Ejecutivo catalán compareció en TV-3 para pronunciar la palabra que había estado esquivando durante 48 horas: «El independentismo condena y condenará la violencia venga de donde venga». Pero sin abandonar los equilibrios que siempre ha mantenido con esos CDR a los que animó en su día a «apretar», Torra eludió echarles la culpa y atribuyó los altercados a «infiltrados y provocadores».

«No se pueden permitir estos incidentes que estamos viendo. Esto tiene que parar ahora mismo», ordenó el ‘president’ tras hacer un llamamiento a la calma y la serenidad porque «no hay ninguna razón ni justificación para un acto vandálico». Palabras de firmeza contra unos radicales a los que durante toda la jornada se había negado a condenar.

Y es que el Govern lleva tres días inmerso en una contradicción difícil de sobrellevar. La indignación por las condenas del Tribunal Supremo a los líderes del 1-O les conduce a animar las manifestaciones, pero a la vez tienen el deber institucional de mantener el orden público. La actuación de los Mossos para sofocar los disturbios que se produjeron en algunas de esas protestas y que ayer continuaron –con quema de vehículos y ataques con ácido y cohetes a la policía– provocó la enésima grieta entre los partidos independentistas, mientras que Pedro Sánchez ya avisa de que «contempla todos los escenarios» para «recuperar la normalidad».

Intrincada situación

La intrincada situación provocó que Catalunya viviera durante muchas horas entre la tarde del martes y la mañana de ayer, tras producirse serios enfrentamientos entre cuerpos policiales y manifestantes y después de que ardieran barricadas en muchos puntos de Barcelona, sin apenas noticias del Govern. El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, quiso llenar el vacío informativo propiciando una reunión en la que participaron, además de él, Torra y los ‘consellers’ Miquel Buch (Interior), Meritxell Budó (Presidència) y Ester Capella (Justícia). Tres de JxCat y dos de ERC. Pero no lograron acordar ningún mensaje.

El ‘president’ abandonó el encuentro precipitadamente para trasladarse a Girona, donde se integró en una de las multitudinarias «columnas» de independentistas que iniciaron una marcha que les llevará mañana a Barcelona. Desde allí evitó pronunciarse mientras pudo sobre los disturbios que en los últimos días han provocado decenas de heridos y varios detenidos, para quienes los abogados de la Generalitat pidieron prisión con fianza. El juez les envió a la cárcel, pero sin fianza. Torra primero rehuyó a los periodistas que le preguntaban si condenaba los altercados, y solo dijo que «es fantástico ver al pueblo movilizado». Forzado por las circunstancias, hizo una censura genérica: «La violencia no representa ni representará nunca al movimiento independentista».

LOS MOSSOS SE DISTANCIAN

Pero en el encuentro de la mañana había sucedido algo importante. Buch, también dirigente de JxCat, se había plantado ante quienes le pedían una condena a algunas actuaciones de los Mossos que consideran innecesariamente violentas y alejadas de los «valores de una policía democrática».

El ‘conseller’ de Interior, cuestionado incluso por un pequeño sector de su grupo parlamentario, defendió en todo momento las actuaciones de los Mossos y se centró en subrayar las «imágenes intolerables» protagonizadas por «grupos violentos» que el resto de manifestantes debería «aislar» durante las «legítimas protestas». 

Buch también condenó sin tapujos los episodios de violencia y advirtió de que usarán todos los recursos para repelerla. Y es que la Prefectura de los Mossos se ha distanciado del Govern. Sabedores de que acciones como el bloqueo del aeropuerto pueden acabar en severas instrucciones judiciales, esta vez no quiere que exista el menor atisbo de sospecha sobre su actuación. Por eso también agradecen la presencia en los dispositivos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil.

COMUNICADO INSÓLITO

Pero ERC no quedó satisfecha. Si Aragonès había mostrado antes su apoyo a los Mossos, «una policía democrática que evalúa siempre sus acciones», justo después de que Buch hablara, su partido emitió un comunicado insólito por su dureza donde apretaba las tuercas a su socio: «ERC entiende que el objetivo prioritario de los Mossos debe ser preservar el ejercicio de los derechos civiles y políticos del conjunto de la ciudadanía. En esta línea, ERC exige que se lleven a cabo las investigaciones pertinentes de todas las actuaciones injustificadas y que, llegado el caso, se depuren las responsabilidades y se informe a la ciudadanía».

Tras este movimiento, el PDECat ordenó que «ningún cargo orgánico ni ningún concejal pida públicamente o apoye la dimisión de Buch», lo que sería, «además de una injusticia, una absoluta deslealtad». Y amenazó con «estudiar medidas» contra quien no cumpla.