SALUD

Pequeñas mejoras en el medicamento, grandes soluciones para el paciente

La innovación incremental puede ayudar a muchos pacientes

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Emili Esteve

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La denominada innovación incremental es un proceso de mejora del medicamento más callado, más silencioso, que el de la innovación disruptiva. Es un cambio que afecta a los fármacos que ya utilizamos mejorándolos poco a poco, una evolución que responde a las necesidades y demandas de los propios pacientes y médicos. Son innovaciones que pueden parecer pequeñas, pero que aportan grandes soluciones para muchos pacientes.

Nuevas vías de administración, combinación de dos principios activos, utilización para una nueva indicación, ayuda en aplicaciones o soportes tecnológicos, o mejoras en la seguridad o posología son ejemplos de estas innovaciones incrementales sobre fármacos ya comercializados. Son variaciones en la formulación y concepto original del medicamento que generan notables ventajas para pacientes y profesionales sanitarios, tales como mayor rapidez de actuación, facilidad de uso o mejoras en la eficacia del compuesto y en la adherencia del paciente al tratamiento.

¿No es una mejora una forma farmacéutica que libera más rápidamente el principio activo y actúa con más rapidez en caso de dolor o que, al contrario, extiende esa liberación para que baste con una toma diaria o semanal en lugar de varias al día? ¿Y una presentación en sobres para diluir en agua frente a comprimidos para aquellos pacientes con dificultades para deglutir? ¿Y los colirios monodosis para evitar el uso de conservantes a los que son alérgicos determinados pacientes?

Innovación incremental

Un estudio elaborado por la consultora especializada Iqvia a escala europea, y publicado en junio, refleja con gran detalle un serio problema al que hace años que nos enfrentamos en el sector: la severa discrepancia en la percepción del valor añadido que ofrece la innovación incremental entre reguladores y pagadores, que raramente la entienden como un progreso real frente a los tratamientos ya existentes, y pacientes y médicos, que sí consideran estas mejoras como un avance importante para el uso del medicamento y, por consiguiente, el abordaje de la enfermedad.

El informe analiza cómo se contempla en Europa el valor de estos nuevos fármacos desde una perspectiva integral, no sólo clínica, por las administraciones públicas y otros agentes decisores en materia de precio y reembolso. Y lo hace considerando las diferencias de evaluación entre distintos productos, áreas terapéuticas y países.

Entre los medicamentos concretos analizados hay varios casos paradigmáticos de innovación incremental: un inhalador que combina dos fármacos de administración conjunta; un tratamiento de cuatro moléculas concentrado en un solo comprimido diario; un antidiarreico que, una vez aprobado, se muestra posteriormente efectivo contra la encefalopatía hepática, o la combinación de dos analgésicos en un solo comprimido para mejorar la adherencia al tratamiento contra el dolor.

En general, según el informe, médicos y pacientes reconocen la notable aportación terapéutica de estas innovaciones;en cambio, reguladores y pagadores, mientras sí reconocen el valor añadido de medicamentos radicalmente innovadores, se resisten a hacerlo con las distintas fórmulas de mejora que se agrupan bajo el concepto de innovación incremental. La baja estima que pagadores y reguladores dispensan a estos fármacos tiene un impacto directo en su aprobación y fijación de precio.

Farmaindustria, como representante de los laboratorios innovadores que operan en España, ha puesto en muchas ocasiones sobre la mesa las dificultades que estas innovaciones incrementales encuentran para su desarrollo y explotación en España. Hay casos en los que, a pesar de su interés para pacientes y profesionales sanitarios, así como de la inversión realizada en el desarrollo clínico y de su aportación adicional en términos de eficacia o ahorro, la innovación incorporada queda sin reconocimiento al ser equiparada por el sistema de precios de referencia a presentaciones clásicas, simplemente por compartir el mismo principio activo.

Informar de la experiencia

Ante esta realidad, el estudio propone soluciones. Entre otras, que pacientes y profesionales sanitarios participen en los procesos de evaluación de las tecnologías sanitarias, que en esa evaluación se incluya información sobre la experiencia de uso del producto, que se incorpore información adicional del fármaco tras su lanzamiento -de forma que permita reevaluarlo- y que en la fijación del precio se estime mejor el valor global que aporta considerando la opinión de pacientes y profesionales sanitarios.

Es preciso defender el interés que estas mejoras tienen para todos los agentes del sector, por el avance que suponen en la práctica clínica, y también para la Administración sanitaria, en tanto que contribuyen al mejor uso del fármaco,al cumplimiento de los tratamientos por parte de los pacientes y, por tanto, a la eficiencia y el ahorro de recursos. También hay que poner en valor la capacidad, experiencia y excelencia de la industria farmacéutica española en la innovación incremental; la aportación de las compañías en este ámbito deber ser adecuadamente valorada y promovida por la Administración sanitaria en España como un elemento enriquecedor y determinante para la innovación biomédica en particular y para la prestación farmacéutica y sanitaria en general.