El conflicto catalán

El trauma del 1-O

No se entiende la deriva social actual en Catalunya sin mirar a ese día de hace dos años. No solo por las consecuencias judiciales que ha tenido para sus líderes, sino por la experiencia traumática que ha supuesto para buena parte de la sociedad

La Policía Nacional carga en la escuela Ramon Llull de Barcelona.

La Policía Nacional carga en la escuela Ramon Llull de Barcelona. / periodico

Emma Riverola

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En un ejemplo de movilización pacífica excepcional, más de dos millones de personas acudieron al reclamo de esas urnas de plástico. Y se desató una tormenta de pasiones. Una sacudida emocional de colosales dimensiones. Por un lado, el derroche sentimental de haberlo hecho posible, de expresar un anhelo que se creía inalcanzable (y lo era). Por otro, la brutal e inexplicable actuación policial.

Ocurrió lo inesperado. Lo que creían que no podría pasar. El 1-0 supuso una conmoción inasumible. Y Catalunya se convirtió en herida.

No se entiende la deriva social actual sin mirar a ese día de hace dos años. No solo por las consecuencias judiciales que ha tenido para sus líderes, sino por la experiencia traumática que ha supuesto para buena parte de la sociedad. Lo vivido o lo visto (en esas imágenes que se repiten en bucle), dejó en una amplísima parte de la población la vívida sensación de amenaza: Vinieron y nos pegaron. Eran policías. Mandados por un gobierno. El Estado, dicen mis políticos. ¿Qué puedo esperar de ese Estado?

Nada. Al menos, nada bueno. La mitad de Catalunya solo entiende el Estado como órgano de represión. Bajo ese prisma, las detenciones de los supuestos radicales independentistas son arbitrarias y la Policía Nacional y la Guardia Civil son violentas fuerzas de ocupación. Durante el juicio del 1-O pudimos seguir las declaraciones de policías y de manifestantes. Ambos hablaban de miedo. Pero de un miedo que no se reconoce. En Catalunya, la herida está deshilachando la empatía, la capacidad de entender al otro. La insensibilidad no ha dejado de crecer. Y un gobierno capitaneado por Quim Torra solo la alienta.