Usos del 'big data'

Google: el gran confesionario

Frente al ordenador nos sentimos seguros de lo que estamos escribiendo sin ser conscientes de que todo queda

Google

Google / periodico

Carles Sans

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

“En un día los seres humanos que buscan en internet acumulan ocho billones de gigabytes de datos. Esta ingente cantidad de información puede decirnos mucho de quienes somos.” Así empieza la reseña de 'Todo el mundo miente', el libro escrito por Stephens-Davidowitz sobre el llamado 'big data', ese inmenso depósito de información que nosotros mismos introducimos en torno a asuntos propios, algunos de los cuales no confesamos ni a nuestros mejores amigos. Google es un poderoso promotor de contenido, cuya información alcanza todo lo imaginable gracias a que el 91,47% de todas las búsquedas se hacen a través de esta herramienta. Más de 4.000 millones de personas utilizamos este servidor para averiguar, preguntar e informarnos sobre cuestiones que pueden ser de poca importancia pero también íntimas e inconfesables. Cuando cualquiera de nosotros consulta una información confidencial, esta queda acumulada en un 'big data'.

Stephens-Davidowitz nos dice que por lo general mentimos y ocultamos muchas cosas a los demás sobre: decimos que hemos leído un libro cuando no lo hemos hecho; que nos gustan las mujeres, y en nuestro interior saber que no es cierto; mentimos sobre no haber probado drogas o respondemos que no estamos deprimidos ocultando una depresión que solo Google conoce porque hemos investigado sobre ella. ¿Para qué habría que mentirle a Google desde la intimidad de nuestro habitáculo? Frente al ordenador nos sentimos seguros de lo que estamos escribiendo sin ser conscientes de que todo queda. Google lo tiene.

Para Google no tenemos apenas secretos porque no se nos ocurre pensar en que sea un 'alguien' que almacena nuestra información. De todos modos, es tranquilizador saber que sería un delito cualquier publicación de nuestros datos; sin embargo, no es delito que Google disponga de ellos transformándolos en una valiosa información acerca de nuestras tendencias y hábitos para utilizarlos con fines comerciales o incluso políticos. En definitiva: cuidado en transformar Google en un confesionario porque se quedan con nuestros pecados para siempre.