A pie de calle
El modelo de playas: una reflexión necesaria
Roger Pallarols
Director del Gremi de Restauració de Barcelona
Roger Pallerols
Tras cuatro años de titubeos y de políticas erráticas, el 'top manta' se había enseñoreado de Barcelona y de su espacio público, en especial del paseo de Joan de Borbó. Sin embargo, pocos días después de su nombramiento, al teniente de alcaldía Albert Batlle le bastaron unas horas para darle la vuelta a la tortilla con un dispositivo específico. No era sino una cuestión de voluntad política; de voluntad política y de presión policial. El alivio fue prácticamente inmediato. De este modo Batlle demostró que 'sí se puede' luchar contra el comercio ilegal que algunos pretenden desarrollar en el espacio público perjudicando a comerciantes y restauradores y, sobre todo, poniendo en riesgo la convivencia. Muchos aplaudimos un gesto que supone, a todas luces, una rectificación a tiempo.
A pocos metros del paseo de Joan de Borbó, los restauradores que están al frente de los chiringuitos de la playa esperan impacientes su turno: a ellos también les perjudica, y mucho, la venda ambulante ilegal. Su impaciencia no es gratuita o caprichosa: llevan años viendo cómo los vendedores ambulantes amplían y profesionalizan su negocio. La novedad de este año es el alquiler y la venta de sombrillasalquiler y la venta de sombrillas. El consistorio anterior les prometió que las cosas, esta vez sí, iban a cambiar, pero no ha sido así.
Además, la temporada de playas, que ya es corta de por sí, lo es este año aún más al haber caído tan tarde la Semana Santa –cuesta creer que en una ciudad como Barcelona el Domingo de Ramos siga marcando el inicio de la temporada–. Los chiringuitos abrieron el 14 de abril a pesar de haber solicitado adelantar el montaje y la apertura. Tenían motivos para ello: durante febrero y marzo las playas se llenaron de usuariosse llenaron de usuarios cada fin de semana, animados por las temperaturas de un invierno tan poco invernal. «Como un día de verano» fue el titular con el que este diario se refirió a este hecho. Dado que la razón de ser de los chiringuitos es prestar un servicio a bañistas y demás usuarios, lo lógico hubiese sido permitir su funcionamiento ya desde el mes de marzo. El Ayuntamiento se negó 'de facto'. Paradojas de la vida, las nubes y las lluvias fueron una constante durante los meses de abril y mayo.
Balance desalentador
Así pues, cuando se publican estas líneas la temporada del 2019 ya está muy avanzada. El balance es desalentador. Pareciera que el intento de los restauradores por que la oferta y el servicio en los chiringuitos sean de calidad es una lucha contra los elementos. También contra el gobierno municipal, que se sigue cerrando en banda a llegar a acuerdos que impliquen mejoras en el servicio. Tras dos temporadas de prueba, el nuevo modelo de playas instaurado en el 2018 (menos chiringuitos, menos sombrillas y más espacios para la venta ambulante ilegal) se ha demostrado muy imperfecto.
El inicio del curso político en septiembre será el momento de abordar la necesaria reflexión que exige la situación actual y futura. En nuestras manos y en manos del gobierno municipal está que las playas sigan languideciendo o que se apueste de una vez por todas por la calidad.
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