Vuelco electoral
Grecia en el laberinto
Tal vez Kyriakos Mitsotakis sea el revulsivo necesario, pero sorprende que no haya nada nuevo en su fórmula política para avanzar
Rafael Vilasanjuan
Periodista
Rafael Vilasanjuan
Hartos de los partidos tradicionales dominantes -socialistas y conservadores- que se turnaban en coaliciones frágiles que les permitieron funcionar con mentiras y falsedades para mantener el poder dejando el país en bancarrota, los griegos entregaron en el 2015 la confianza a un líder emergente, Alexis Tsipras. Su partido Syriza, era entonces aire fresco. La izquierda radical y populista griega ganaba el primer Gobierno de la Unión. Cuatro años después el laboratorio de esa izquierda popular, que prometía contagiar el sur de Europa, ha dejado de ser la génesis de nuevas soluciones políticas y, hartos de las medidas de austeridad a las que prometió hacer frente, los griegos regresan a los clásicos y devuelven el poder a los conservadores. Kyriakos Mitsotakis será el próximo jefe de Gobierno.
¿Tan mal lo ha hecho Tsipras? A pesar de sus promesas de frenar las políticas de austeridad y de negociar nuevas condiciones para Grecia, a pesar de someter todo eso a referéndum y ganar ampliamente el apoyo social, la realidad le obligó a cambiar para solicitar un tercer rescate, manteniendo las condiciones draconianas de los anteriores. Ahí acabó el populismo, y una parte del apoyo. Poco a poco Tsipras fue diluyendo su radicalidad y algunos de sus colaboradores mas destacados, como el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, se fueron. El resultado, cuatro años después es que Grecia no necesita ahora salvavidas financieros. Desde hace un año puede volver a pedir préstamos en los mercados internacionales. Pero el precio pagado por la clase media, tanto en recorte de poder adquisitivo y pensiones como en servicios sociales, ha hecho muy vulnerables a amplias capas de la sociedad que no intuyen salida. Cansados de promesas incumplidas son los que dan ahora la victoria a los conservadores.
La victoria de Kyriakos Mitsotakis supone el retorno a las dinastías políticas dominantes desde el final de la dictadura. Tal vez sea el revulsivo necesario, pero sorprende que no haya nada nuevo en su fórmula política para avanzar. Promete reducir impuestos y atraer capital internacional, para dinamizar la economía, pero al igual que la izquierda radical tuvo que comerse las medidas de austeridad para poder sacar el país adelante, a la derecha ahora hay que recordarle que aunque el país haya salido de la UVI, sigue metido en un laberinto, donde la deuda ahoga y mas de la mitad de la juventud no encuentra empleo. Un milagro que en un país así y con miles de refugiados se hunda el partido de ultraderecha Amanecer Dorado. Por primera vez en décadas, el Gobierno saliente ha dejado una cuentas donde recauda mas de lo que gasta. Esa era su fórmula para evitar un nuevo rescate. Ahora los conservadores aplican una receta conocida, dejar más dinero en manos de una clase media exhausta, que difícilmente llega a fin de mes. Sabiendo que la deuda no se va a perdonar, a cambio de recaudar menos impuestos, el dilema es si Grecia encontrará la senda de salida o seguirá metida en el laberinto.
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