EN CLAVE EUROPEA

Alemania amplía su poder sobre la UE

Macron y Merkel durante la cumbre de la UE en Sibiu, Rumanía, el pasado 9 de mayo.

Macron y Merkel durante la cumbre de la UE en Sibiu, Rumanía, el pasado 9 de mayo. / periodico

Eliseo Oliveras

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El reparto de los puestos clave de la Unión Europea (UE) pactado esta semana por los Veintiocho ejemplifica los males políticos que afligen a Europa: el poder real de la extrema derecha, la predisposición del Partido Popular Europeo (PPE) a alinearse con los ultras para conservar el poder y el control conservador alemán sobre las instituciones europeas.

El reparto es un éxito para la cancillera alemana, Angela Merkel; el presidente francés, Emmanuel Macron; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y los liberales, que consiguen la presidencia permanente de la UE, con el belga Charles Michel. También es una victoria para la extrema derecha, mientras que es una derrota para los socialdemócratas, que siguen relegados a dirigir la política exterior europea.

Las declaraciones destacando que por primera vez dos mujeres van a presidir la Comisión Europea y el Banco Central Europeo (BCE) –la conservadora alemana Ursula von der Leyen y la conservadora francesa Christine Lagarde– sirven para ocultar una realidad incómoda que no quiere reconocerse.

Veto a Timmermans

Primero, los gobiernos ultraderechistas de Hungría, Polonia e Italia lograron su objetivo de impedir que el socialdemócrata Frans Timmermans presidiera la Comisión Europea, porque defiende hacer respetar los principios democráticos en la UE. Segundo, los populares se aliaron sin vacilar con los ultras para conservar su poder al frente de la Comisión Europea. Tercero, los liberales mantienen en su seno a dirigentes como el primer ministro checo, el multimillonario Andrej Babis, imputado por fraude a los fondos europeos, que hizo frente común con la ultraderecha para vetar a Timmermans, o como el primer ministro estonio, Juri Ratas, que acaba de incluir al ultra EKRE en su gobierno. Y cuarto, los socialistas también toleran en su grupo a partidos desacreditados por la corrupción, que gobiernan en Rumanía y Eslovaquia, y que en el caso eslovaco vetaron a Timmermans y gobiernan con el ultra Partido Nacional Eslovaco.

Los populares europeos se han comportado como si dispusieran de la mayoría del Parlamento Europeo y del Consejo Europeo, cuando en realidad solo cuentan con el 24% de los escaños y suman un tercio de los gobiernos de la UE. Socialistas, liberales y verdes suman el 44,7% de los escaños de la Eurocámara, un porcentaje que llega al 50,2% si se añade a izquierda unitaria.

El veto de los populares a Timmermans fue iniciado por el primer ministro húngaro, Viktor Orban (que sigue en el PPE pese a haber desmantelado la democracia en su país) y fue secundado rápidamente. Uno de los más fervientes fue el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, cuyo país se enriquece a base del dumping fiscal y los acuerdos con las multinacionales, que empobrecen a los demás países europeos al privarles de la recaudación que les corresponde.

El poder alemán

Merkel ha logrado su objetivo de colocar a un conservador alemán al frente de la Comisión Europea para mantener la política oficial de austeridad y refuerza el control conservador alemán sobre las instituciones de la UE. Alemania ya controla el aparato político-administrativo de la Comisión Europea y del Parlamento Europeo, a través de sus respectivos secretarios generales, Martin Selmayr y Klaus Welle. Alemania también dirige el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Klaus Regling) y preside el Banco Europeo de Inversiones (Wermer Hoyer) y la Junta de Resolución de crisis bancarias (Elke König).

Macron también ha logrado sus objetivos: la presidencia del BCE para Francia y desmantelar la designación del presidente de la Comisión Europea en base a los candidatos principales en las elecciones europeas (spitzenkandidaten), pese a que es más democrático que el mercadeo a puerta cerrada en el Consejo Europeo. Para Pedro Sánchez es asimismo un éxito obtener para España la dirección de la diplomacia europea, que asumirá Josep Borrell, porque supone volver a formar parte de los países que cuentan y desempeñan un papel activo en la UE.

Los Veintiocho confían que el Parlamento Europeo reniegue de su decisión institucional previa de rechazar cualquier candidato a presidir la Comisión Europea que no hubiera sido cabeza de lista en las elecciones europeas. Los Veintiocho esperan que el hecho de que sean mujeres los candidatos a los dos puestos más importantes inhiba a los diputados de un voto de castigo, pese a las debilidades de Von der Leyen y Lagarde. La ministra de Defensa es el miembro más débil y cuestionado del Gobierno alemán, con una tesis doctoral dudosa y la acumulación de mala gestión y nepotismo en el ejército y en el ministerio. Lagarde también está lastrada por su costosa negligencia en el caso Bernard Tapie y los draconianos ajustes impuestos bajo su mando desde el FMI.