Análisis

El ejemplo del ciudadano Roldán

El abrazo a Vox lo ha roto todo y la indisimulada estrategia de Rivera de cuanto peor mejor debe resultar irrespirable para alguien que piensa primero en el país y después en su partido

Toni Roldán, a la derecha de Albert Rivera

Toni Roldán, a la derecha de Albert Rivera / periodico

Carlos Carnicero Urabayen

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Los partidos se llenan de oportunistas que llegan exhibiendo el sueño de la transformación del espacio público -en el mejor de los casos- y terminan a las órdenes de un líder con el que solo comparten una espesa red de intereses particulares. Toni Roldán no es uno de ellos. Su renuncia es una pérdida para la política española, pero su ejemplo debería servir para honrar a quienes viven fieles a sus ideas, incluso aunque tengan que hacerlo contra corriente.  

En política, la lealtad a las ideas termina con frecuencia sepultada por la lealtad a las personas que garantizan un determinado estatus. La tentación es grande, pero el precio es caro: renunciar a mirarse en el espejo de los valores más íntimos en una profesión que requiere 24 horas de conexión y fidelidad pública a prueba de bombas.  

Quienes no han tenido vida profesional al margen de la política, ni habilidades reconocidas más allá del universo de regates cortos, fontanería y lucha callejera que tanto premian los partidos, probablemente están dispuestos a aguantarlo todo. Pero Roldán ha dicho basta y nos ha recordado algunas cosas elementales: “La política no es un supermercado. Aquí no se venden productos que se puedan alterar de la noche a la mañana”. Y remata: “Uno no puede tratar de ser lo que no es durante demasiado tiempo”.

Roldán renunció a su brillante carrera como analista en Londres porque aceptó formar parte de un proyecto rabiosamente rompedor: antinacionalista -en un universo dominado por el independentismo-, liberal y de centro -en un país muy ideologizado en el que se pensaba que no había espacio para el pragmatismo reformista- y activamente europeísta -en un universo en el que Europa vive permanentemente en segundo plano. El abrazo a Vox lo ha roto todo y la indisimulada estrategia de Rivera de cuanto peor mejor debe resultar irrespirable para alguien que piensa primero en el país y después en su partido.

La entrada y salida de Roldán en Ciudadanos nos propone la mejor imagen de las esperanzas y las horas oscuras en las que se ha instalado este partido. De su capacidad para atraer talento y frescura, a expulsarlo como hacen frecuentemente los partidos viejos. Primero fue Valls, ahora Roldán. La vía de agua debería agitar el barco naranja. La pérdida de las esencias no es un camino digno para llegar al poder, en el discutible supuesto de que esta transmutación les vaya a beneficiar.

Releo el imprescindible ensayo 'Todo lo que era sólido' de Antonio Muñoz Molina. “Llevar la contraria a solas, a cuerpo limpio, diciendo educadamente lo que uno piensa que debe decir… lo que le parece indigno callar, sabiendo que se arriesga no a la reprobación segura de quienes no comparten sus ideas sino al rechazo ofendido de los que lo consideran uno de los suyos; llevar la contraria no a visiones abstractas y totales del mundo sino a hechos particulares de la realidad”. Buena suerte, ciudadano Roldán.