Neymar, un mal negocio
Neymar se fue a París porque quería ser el mejor del mundo, una decisión legítima y comprensible, puesto que en el Barça —a la sombra de Messi— no lo podía ser. Pero tras dos años en Francia, el brasileño está más lejos que nunca del Balón de Oro. Ha comprobado que no todas las camisetas pesan lo mismo y debería haber aprendido ya que su físico no es el mismo con veintipocos que con veintimuchos. Conocíamos su decepción, la novedad ahora es que el PSG comparte el sentimiento. Neymar está harto del PSG y el PSG, si atendemos a la información de L’Equipe, de Neymar.
La llegada de Neymar y Mbappé parecía ser el salto de calidad necesario para que los jeques vieran por fin a su equipo luchar por la Champions. La realidad ha sido diferente. Las inoportunas lesiones de Neymar le han impedido liderar el equipo en las rondas definitivas, y dos años después, ni él ni Mbappé han podido clasificar al equipo ni siquiera para los cuartos de final.
Inflexible en el mercado
Pese a las decepciones, el PSG siempre se ha mostrado inflexible en el mercado. Sus jugadores titulares no están en venta. El club francés es el primero que ha llevado la contraria a esa máxima aceptada en el mundo del fútbol que dice que cuando un futbolista se quiere ir de un club, da igual que tenga contrato. En el PSG, no.
Lo sabe muy bien el Barça, que estuvo diversos veranos detrás de Thiago Silva, sin ni siquiera encontrar un interlocutor al otro lado del teléfono. Tampoco consiguió sentar a alguien al otro lado de la mesa en su interés, también reiterado, por Marquinhos. Y puesto que no hay dos sin tres, el Barça probó de nuevo con Verratti. En este caso, contó con una mayor complicidad por parte del italiano, que incluso se dejó fotografiar con una portada que anunciaba negociaciones por él. De nuevo, una pared. Ese verano acabó con el italiano pidiendo perdón y diciendo que era feliz en el PSG. Y mientras el Barça se entretenía con Verratti, Neymar se escapaba por la puerta de atrás.
Tal como dice su presidente —Al Khelaifi— nadie obligó a Neymar a fichar por el PSG. Ni a Thiago Silva, ni a Verratti, ni a Cavani. Cuando estos jugadores firman, son conscientes de que el PSG les va a inundar de dinero, pero también que entran a una jaula de oro. Se sabe cuando se entra, pero no cuando se sale. Rabiot ha sido de los pocos que lo ha conseguido, porque acaba contrato. El peaje ha sido caro: seis meses apartado sin jugar.
El Barça, y cualquier club que se plantee la contratación de Neymar, debería preguntarse cómo puede ser que un club que nunca negocia por sus jugadores, ahora esté dispuesto a aceptar una buena oferta. Que el PSG lo quiera vender, debería ser el argumento más solido para no querer ficharlo. Mal negocio.
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