LA CLAVE
Atención a las señales
Europa, los empresarios y Colau emiten signos para orientarse en el fragmentado callejero político, el cortejo de aliados y el desenlace, aún lejano, del conflicto catalán
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
Hay que estar atentos a las señales. A falta de palabras nítidas, solo algunos signos sirven de ayuda para orientarse en el enrevesado callejero de la fragmentación política, el cortejo promiscuo de aliados y el desenlace, aún lejano, del conflicto mágico-político catalán.
Emite señales Europa. Una: el aval del <strong>Tribunal de Derechos Humanos</strong> a la anulación del pleno de la independencia del Parlament. Dos: el portazo de la Eurocámara a Puigdemont y Comín. Ambos signos crean desazón en el independentismo. Desmontada la fantasía de la independencia exprés, Europa era el encofrador necesario para cimentar otro argumento mágico, el de que la dictadura franquista nunca terminó. Como la UE no compra, Puigdemont se revuelve contra ella y le endosa el supuesto déficit democrático que hasta ahora achacaba a España. Toda una señal en sí misma. Adiós, Europa. Hola, antieuropeísmo rampante.
Los empresarios también mandan señales. La primera, de abulia: la participación en las elecciones de la Cambra de Comerç en las que la ANC se hizo con las riendas no llegó al 5%. O lo que es lo mismo, pero quizá se entienda mejor: la indolencia superó el 95%. Las siguientes señales, reactivas, han tardado menos de tres semanas en llegar. El <strong>Cercle d’Economia</strong> ha reprochado a Torra el declive económico de Catalunya y le ha reclamado una gestión gubernamental concreta por encima de los gestos gaseosos. Y la patronal catalana <strong>Foment </strong>le ha exigido una promesa de respeto a la legalidad que favorezca el regreso de sedes corporativas a Catalunya. En los signos reactivos del capital tras el gol entrista en la Cambra reverbera un halo autocrítico.
Trama shakespeariana
Más señales significativas. Atrapada por la duda en una trama shakespeariana, Colau sabe que cosechará reproches tanto si repite como alcaldesa como si le brinda el cargo a Maragall, y necesita preparar el terreno para el aterrizaje, sea cual sea. Atención a su artículo en EL PERIÓDICO: “No iniciaré ninguna negociación con Valls ni con Artadi”. Esta frase puede encerrar la clave: Valls no le pide negociar, simplemente le brinda apoyo incondicional para cerrar el paso a Maragall. Señales, señales y más señales.
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