El escenario poselectoral

Primera vuelta

Tras el 26-M sabremos si ERC puede poner en marcha su proyecto forzando, si hace falta, elecciones autonómicas

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Eulàlia Vintró

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La mayoría de personas que votaron el domingo pasado en las elecciones generales no debían ser conscientes de que, de hecho, se trataba de una primera vuelta electoral y de que la segunda será el próximo 26 de mayo con motivo de las elecciones europeas y municipales, y autonómicas en una docena de comunidades. Se trata, sin embargo, de dos vueltas muy diferentes tanto por los ámbitos territoriales como por los partidos y coaliciones que se presentan. No es, pues, previsible una correlación entre los resultados del 28 de abril y los del próximo mes. Pero sí que los partidos grandes y las coaliciones esperan los resultados de la segunda vuelta antes de tomar decisiones sobre pactos de investidura y formación de gobierno del Estado.

En Catalunya se han producido cambios importantes: ERC ha ganado las elecciones en las cuatro circunscripciones y supera en escaños y votos a la segunda fuerza, el PSC, que ocupaba el cuarto lugar; En Comú Podem pierde el liderazgo de las dos contiendas anteriores y se queda en el tercer lugar en votos y escaños; JxCat, que casi siempre había encabezado, cae hasta la cuarta posición, seguida por Cs que no mejora en escaños; cierran con un único escaño PP, que pierde cinco, y Vox, que obtiene representación por primera vez.

Apuesta por el diálogo

En Catalunya y en España han ganado la moderación y la proclamada voluntad de abordar por la vía del diálogo el conflictivo problema de la estructura territorial del Estado. Así lo han reiterado PSOE-PSC y ERC en los últimos meses y esta es una explicación de su triunfo en las urnas.

JxCat ha desplegado un mosaico de contradicciones a partir de unas voces disonantes procedentes de los candidatos presos, del expresidente huido y de la candidata por Barcelona generando confusión, desconcierto y poca credibilidad. No tendrán grupo propio y no tardarán en hacerse públicas las ya conocidas peleas internas. Habrá que esperar un mes.

El 27 de mayo sabremos si ERC, con Junqueras o sin él en función del criterio de la JEC, revalida el liderazgo independentista y ya puede poner en marcha su proyecto de pragmatismo, ampliación de soportes y ejercicio de gobierno en la Generalitat forzando, si es necesario, elecciones autonómicas ya que no parece probable que JxCat acepte perder el mejor escaparate que le quedaría. La perspectiva no es mala, aunque no se puede olvidar que fue la intransigencia de ERC la que a finales de octubre del año 2017 obligó a Puigdemont a no convocar elecciones y, consecuentemente, a precipitarnos en el desbarajuste actual.

Mientras esperamos esta segunda vuelta, valdría la pena que los ganadores en el Estado tuvieran muy en cuenta lo que ha pasado en Catalunya, Euskadi y Galicia en las elecciones generales, dónde y cómo la extrema derecha ha obtenido escaños y qué distorsión del voto popular genera la ley electoral en España. También en Catalunya sería útil esta reflexión, ya que no tenemos ley electoral propia por culpa de CiU y ERC.

La participación ha sido un éxito y hay que alegrarse, pero sería necesario que la ciudadanía fuera a votar con ilusión cara al futuro y no por miedo o para evitar males mayores.