El auge de ERC

Independentista de izquierdas

Si miramos los números globales de las elecciones en Catalunya, nos indican una clarísima hegemonía de la izquierda sobre la derecha (34 diputados contra 13)

Celebración de la victoria en las generales en la sede de ERC

Celebración de la victoria en las generales en la sede de ERC / JORDI COTRINA

Andreu Pujol Mas

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Unas elecciones con una participación masiva en Catalunya nos dejan un retrato bastante fiel de cuál es la voluntad  -o las voluntades, mejor dicho- de los catalanes. Seguro que el espantajo de la extrema derecha ha tenido un papel determinante en la concurrencia a las urnas, especialmente aquí donde el ultramontanismo ha obtenido un resultado minoritario, pero hay otros factores, incluso más importantes, a tener en cuenta sobre los comicios del domingo.

Uno de ellos es el incremento del voto independentista respecto a las últimas elecciones al Congreso. Contradiciendo a los augures que le dan por muerto desde octubre del 2017, esta vez las tres opciones independentistas han recogido un incremento de medio millón de votos que se ha traducido en 22 diputados. Es decir, cinco más de los que había hasta ahora en Madrid. Con la victoria de ERC superando el millón de votos, por primera vez una formación independentista gana las elecciones españolas en Catalunya. No se trata solo de ganarlas, sino de cómo hacerlo: en votos y en escaños, en las cuatro circunscripciones y en la gran mayoría de municipios.

En pleno juicio por la organización del referéndum, otro mensaje clave de estas elecciones es la victoria de una candidatura simbólicamente encabezada por dos presos políticos: Junqueras en el Congreso y Romeva en el Senado. La sociedad catalana manifiesta su voluntad de volver a trasladar a la arena política un asunto que no debería tener ningún tipo de relación con el Código Penal. El nuevo Gobierno no debería mirar hacia otro lado. Debe destacarse, además, que Romeva ha obtenido la crucecita de votantes de otras formaciones con 900.000 apoyos, 200.000 más de los que ha obtenido ERC en la Cámara Baja por Barcelona.

Pero más allá de la victoria independentista en términos globales, tenemos que hablar de cuál es la correlación de fuerzas dentro del mismo independentismo. Si en las elecciones del 21-D este voto ya era mayoritariamente de izquierdas, sumando los apoyos de ERC y de la CUP, esta vez la distancia queda todavía mucho más marcada con el peor resultado de la historia del entorno convergente. Si miramos los números globales de las elecciones en Catalunya, nos indican una clarísima hegemonía de la izquierda sobre la derecha (34 diputados contra 14). Si el independentismo quiere continuar siendo hegemónico debe procurar parecerse al país cada vez más y aquí es donde está la clave de la victoria de ERC.

Hace tiempo que los datos dicen que esta formación es el partido catalán que tiene menos separación entre el porcentaje de votantes catalanoparlantes y castellanoparlantes. A la vez, cuando bajamos a mirar los resultados electorales con lupa vemos que se continúa consolidando su crecimiento en el área metropolitana, combinándolo con una victoria en el resto de comarcas catalanas: Tabarnia no existe y ERC también gana en la capital. Parece que la estrategia de “ampliar la base”, la de ir a buscar el voto de frontera, funciona.