LA CLAVE
Un nuevo pacto social
El raparto de la riqueza entre capital y trabajo está en el epicentro de la crisis actual
Albert Sáez
Director de EL PERIÓDICO
Soy periodista. Ahora en EL PERIÓDICO. También doy clases en la Facultat de Comunicació Blanquerna de la Universitat Ramon Llull.
Albert Sáez
La campaña discurre muy alejada de los grandes debates europeos. La caza, los permisos de armas, ETA o el independentismo colapsan la agenda. El presidente de Foment del Treball, Josep Sánchez-Llibre parece más atento a lo que ocurre en Europa que la mayoría de nuestros dirigentes políticos. En una reciente conferencia en el Cercle Financier, que organiza Isidre Fainé, planteó la necesidad de alcanzar un nuevo pacto social entre empresarios, trabajadores, directivos y accionistas. "La proporción existente hoy en las empresas en la retribución del capital y del trabajo puede ser que no sea la más adecuada", dijo Sánchez-Llibre. No se pueden sintetizar mejor los grandes desafíos del viejo continente. Ese equilibrio fue posible durante décadas gracias a los crecimientos de doble digito tras la Segunda Guerra Mundial. Más tarde se logró con las bajadas de impuestos y de tipos de interés de la ola neoliberal. Desde la crisis financiera, estamos al borde del colapso. El dinero no rinde fuera de las empresas porque el crédito se ha hundido por falta de solvencia, no de liquidez. La deuda pública pone el listón al alza en la retribución del capital y los impuestos no se pueden bajar precisamente para asegurar la devolución de los créditos. De manera que, como explicó el presidente de la patronal catalana, los principales sacrificios se han hecho en la última década por el lado de los salarios, presionados a la baja por la globalización y por la robotización. El resultado es una debilidad extrema del consumo en Europa que llega a niveles dramáticos en países como Alemania y que contrae al conjunto de la UE. Los próximos años no pintan mucho mejor con la extensión de la inteligencia artificial y el envejecimiento de la población. ¿Quién comprará lo que producimos si los salarios siguen tan bajos?
Sánchez-Llibre aún pone más el dedo en la llaga cuando explica cómo los bajos salarios expulsan del mercado de trabajo a la generación mejor formada de la historia. No es fácil en el debate político ponderar lo urgente y lo importante, pero el pacto social es las dos cosas a la vez aunque tenga mucho de racional y poco de visceral.
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